HILO DE COMETA en DIARIO DE FERROL
Luis Alonso Girgado firmaba el pasado 20 de enero esta reseña de Hilo de cometa en Diario de Ferrol:
Israel Centeno (Caracas, 1958) ha escrito las novelas Calletania (1992), Criaturas de la noche (2000), Bengala (2005), Iniciaciones (1996) e Hilo de cometa. Esta última, junto con Retrato de George Dyer, acaban de ser reeditadas en un volumen por la citada Periférica.
Hilo de cometa es el monólogo de fuga de un adolescente cuyo padre está en la cárcel. Por la conciencia del protagonista pasa de todo en violenta ruptura, en explosiva fragmentación, en un torrente de desordenadas secuencias e instantáneas perceptivas: desde la mirada interior hasta el registro externo. Entre los referentes del narrador, algunos trágicos mitos (Sal Mineo, James Dean) del cine norteamericano. La escenografía, venezolana: el mar y la costa con ecos de la gran urbe. La historia a contar es mínima y sólo se deja entrever; difusa y desbocada, se instala en una errática y ociosa vida juvenil, no exenta de angustia y desnorte existencial.
Por este Hilo de cometa pasa un viento recio, fuerte; un turbión que sacude todo. Aquí se funden naturaleza y artificio cultural, mundo hispanoamericano y anglosajón, narración y corriente de conciencia. Sexo, imágenes obsesivas, sensaciones recurrentes, momentos
evocativos recorren estas páginas en las que el escritor escoge la senda de una literatura difícil y por ello arriesgada, minoritaria, que precisa de un lector que sea un escrutador atento y activo frente al lenguaje, la prosa, que es en efecto la gran clave del texto, su argumento más sólido. Al sólido pedernal del léxico (en activa neologización) se unen los golpes del recortado, contundente fresco que apenas respira aguzado en rupturas o enroscado en aglutinante reiteración. De la calidad poética, del abrupto lirismo de este lenguaje narrativo, no hay duda, entre pasajes impresionistas, leit-motivs como el mar o la lluvia y un poco furioso ruido. Modernidad y experimentación guían Hilo de cometa, con su trasfondo de novela política y rasgos de relato de iniciación o aprendizaje. Nueva forma técnica compleja, notable búsqueda expresiva –odres nuevos– para temas que ya hemos visto. El tejido del texto hace buena su reelectura, siquiera parcial. El poder de impacto es aquí seguro.
En una línea similar, pero con escenarios más diversificados (europeos, cambiantes), se presenta Retrato de George Dyer, donde es más alta la dosis de aluvión de la materia narrativa, mayor el caos, más turbia y angustiada la conciencia del narrador y más abarcador el debate intelectual e ideológico. En todo caso, la lectura de los dos títulos de este libro parece imprescindible para conocer a una de las voces narrativas de la actual literatura venezolana y, por extensión justificada en criterios de calidad, de la narrativa hispanoamericana. Al lector experimentado sorprenderá positivamente este venezolano que es Israel Centeno. Léase por ese tipo de lector, al que siempre tenemos en cuenta.
Israel Centeno (Caracas, 1958) ha escrito las novelas Calletania (1992), Criaturas de la noche (2000), Bengala (2005), Iniciaciones (1996) e Hilo de cometa. Esta última, junto con Retrato de George Dyer, acaban de ser reeditadas en un volumen por la citada Periférica.
Hilo de cometa es el monólogo de fuga de un adolescente cuyo padre está en la cárcel. Por la conciencia del protagonista pasa de todo en violenta ruptura, en explosiva fragmentación, en un torrente de desordenadas secuencias e instantáneas perceptivas: desde la mirada interior hasta el registro externo. Entre los referentes del narrador, algunos trágicos mitos (Sal Mineo, James Dean) del cine norteamericano. La escenografía, venezolana: el mar y la costa con ecos de la gran urbe. La historia a contar es mínima y sólo se deja entrever; difusa y desbocada, se instala en una errática y ociosa vida juvenil, no exenta de angustia y desnorte existencial.
Por este Hilo de cometa pasa un viento recio, fuerte; un turbión que sacude todo. Aquí se funden naturaleza y artificio cultural, mundo hispanoamericano y anglosajón, narración y corriente de conciencia. Sexo, imágenes obsesivas, sensaciones recurrentes, momentos
evocativos recorren estas páginas en las que el escritor escoge la senda de una literatura difícil y por ello arriesgada, minoritaria, que precisa de un lector que sea un escrutador atento y activo frente al lenguaje, la prosa, que es en efecto la gran clave del texto, su argumento más sólido. Al sólido pedernal del léxico (en activa neologización) se unen los golpes del recortado, contundente fresco que apenas respira aguzado en rupturas o enroscado en aglutinante reiteración. De la calidad poética, del abrupto lirismo de este lenguaje narrativo, no hay duda, entre pasajes impresionistas, leit-motivs como el mar o la lluvia y un poco furioso ruido. Modernidad y experimentación guían Hilo de cometa, con su trasfondo de novela política y rasgos de relato de iniciación o aprendizaje. Nueva forma técnica compleja, notable búsqueda expresiva –odres nuevos– para temas que ya hemos visto. El tejido del texto hace buena su reelectura, siquiera parcial. El poder de impacto es aquí seguro.
En una línea similar, pero con escenarios más diversificados (europeos, cambiantes), se presenta Retrato de George Dyer, donde es más alta la dosis de aluvión de la materia narrativa, mayor el caos, más turbia y angustiada la conciencia del narrador y más abarcador el debate intelectual e ideológico. En todo caso, la lectura de los dos títulos de este libro parece imprescindible para conocer a una de las voces narrativas de la actual literatura venezolana y, por extensión justificada en criterios de calidad, de la narrativa hispanoamericana. Al lector experimentado sorprenderá positivamente este venezolano que es Israel Centeno. Léase por ese tipo de lector, al que siempre tenemos en cuenta.
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