EL CUADERNO ROJO en LA OPINIÓN DE MÁLAGA
"Memorias memorables del XVIII" se titula la reseña que Alfonso Vázquez firma hoy sábado en el suplemento de libros de La Opinión de Málaga:
La editorial Periférica ha tenido la acertada decisión de publicar El cuaderno rojo, unas divertidísimas memorias de Benjamin Constant (1767-1830) que, impregnadas de todo el aroma del Siglo de las Luces, también nos muestran a un atolondrado e impetuoso joven correteando por media Europa, mientras acecha la sombra sensata y cabreada de su amado padre.
El cuaderno rojo, que hace referencia al color de los manuscritos inconclusos del escritor suizo Benjamin Constant, autor de las novelas Adolphe y Cécile, son unas memorias de los años mozos del autor, las dos primeras décadas de vida, aunque la mitad de este breve libro, ameno y divertido, está dedicado al último año, 1787, cuando emprende un alocado viaje a Inglaterra, seco de ingresos pero rico en artimañas.
El mérito del libro, que no ha perdido amenidad ni frescura, es mantener ese encanto ‘de época’ y al mismo tiempo, reflejar las vivencias ‘universales’ de un adolescente. El joven Constant, siempre inconstante, padece una sucesión de tutores torpes y pronto decide buscarse la vida por símismo. Lo que encontrará será una sucesión de timbas, episodios enamoradizos, caballos famélicos y, faltaría más, duelos. El retrato vivo de este siglo XVIII de posadas y postas, del París de los salones y el tumultuoso Londres aparece retratado en El cuaderno rojo con elegancia pero sin afectación. Constant, que escribió las memorias ya cuarentón, regresó también a la adolescencia para regalarnos un estilo de escritura preciso y ‘quinceañero’.
La editorial Periférica ha tenido la acertada decisión de publicar El cuaderno rojo, unas divertidísimas memorias de Benjamin Constant (1767-1830) que, impregnadas de todo el aroma del Siglo de las Luces, también nos muestran a un atolondrado e impetuoso joven correteando por media Europa, mientras acecha la sombra sensata y cabreada de su amado padre.
El cuaderno rojo, que hace referencia al color de los manuscritos inconclusos del escritor suizo Benjamin Constant, autor de las novelas Adolphe y Cécile, son unas memorias de los años mozos del autor, las dos primeras décadas de vida, aunque la mitad de este breve libro, ameno y divertido, está dedicado al último año, 1787, cuando emprende un alocado viaje a Inglaterra, seco de ingresos pero rico en artimañas.
El mérito del libro, que no ha perdido amenidad ni frescura, es mantener ese encanto ‘de época’ y al mismo tiempo, reflejar las vivencias ‘universales’ de un adolescente. El joven Constant, siempre inconstante, padece una sucesión de tutores torpes y pronto decide buscarse la vida por símismo. Lo que encontrará será una sucesión de timbas, episodios enamoradizos, caballos famélicos y, faltaría más, duelos. El retrato vivo de este siglo XVIII de posadas y postas, del París de los salones y el tumultuoso Londres aparece retratado en El cuaderno rojo con elegancia pero sin afectación. Constant, que escribió las memorias ya cuarentón, regresó también a la adolescencia para regalarnos un estilo de escritura preciso y ‘quinceañero’.
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