editorial periférica

26 enero 2008

SOBRE ARTE Y LITERATURA de nuevo en LEVANTE

"Talento, arte y oficio". Así titulaba Manuel Arranz la reseña que dedicaba ayer en el suplemento de Levante a Sobre arte y literatura, de Joseph Joubert:

Los aforismos, pensamientos, máximas, sentencias, o como quieran llamarlos, junto con los diarios y memorias, han sido siempre mis géneros favoritos. Dos géneros, por lo demás, muy parecidos, que han ejercido siempre una particular atracción sobre los impostores de la literatura de todos los tiempos, porque: ¿quién no tiene unas ideas geniales?, ¿quién no se considera el mejor testigo de su época?, ¿quién no se parece a Kafka?, ¿quién no trata de ridiculizar a sus contemporáneos mejor situados con su fina ironía?, o ¿quién no se declara independiente, rabiosamente independiente, e insobornable? Curiosa época ésta, pletórica de genios avant la lettre, si me permiten esta cursi expresión. ¿Todas han sido iguales? No. Rotundamente no. Ha habido épocas y épocas. Y si no que se lo preguntaran a los hombres que en 1789 deambulaban por las calles de París. Y ha habido épocas producto de los hombres, y hombres producto de las épocas.
El caso de Joubert es un caso singular. Fue un hombre producto de su época, al que no preocupó demasiado dejar una obra a la posteridad, síntoma indiscutible de grandeza, y que entre vivir y escribir siempre optó por lo primero. «Escribir encadena. Debes conservar tu libertad», escribiría Paul Valéry un siglo más tarde. Quizás Joubert no confiaba demasiado en la posteridad, o quizás sencillamente le gustaba estar vivo. «¡El olvido! ¡Qué dulce me resulta esta palabra!», escribió en un aforismo de 1791, y estuvo a punto de conseguirlo si no llega a ser por culpa de Chateaubriand, que publicó, en 1838, a modo de póstumo homenaje al amigo, una selección de sus pensamientos. Después, el silencio, que es la antesala del olvido. Hasta que cien años más tarde, en 1938, aparece finalmente la edición completa, en dos volúmenes, de sus pensamientos. Curioso destino el de una de las obras más originales de aquel original y fecundo siglo francés, una pequeña parte de la cual, precisamente una selección de sus pensamientos sobre arte y literatura, recoge esta modélica edición de Luis Eduardo Rivera y la editorial Periférica.
Arte y literatura, que junto con la religión, Dios, y la verdad, fueron las preocupaciones mayores de los ilustrados. Aunque más que preocupaciones tal vez fuera más exacto decir ocupaciones. Temas aptos tanto para entretener sus ilustradas veladas, como de sus sesudos y no menos ilustrados tratados filosóficos. Y es muy posible, como bien dice el traductor, que los pensamientos de Joubert sobre arte y literatura sean los que mejor han resistido el paso del tiempo, pero no porque el resto sean menos penetrantes o certeros, sino porque la religión, Dios, o la verdad, por limitarnos a los grandes temas, no concitan hoy demasiado interés. Lo que no quiere decir, naturalmente, que el arte y la literatura lo conciten, pero sí que son temas más populares, a pesar de que lo que dice Joubert de ellos se encuentre a años luz de la consideración en que se los tiene actualmente. Una razón de más, sin duda, para leer hoy este espléndido libro que, para decirlo con palabras del propio Joubert, «contiene un germen que se va desarrollando por sí mismo como una planta». Claro que, como cualquier planta, necesita para desarrollarse un terreno abonado, que en este caso es la contribución del lector. Pero es una contribución pequeña, pues Joubert es de una maravillosa claridad. Cualidad ésta que quizás tenga que ver algo con el apasionamiento sincero con que escribió, sin temor a contradecirse, día a día y para sí mismo, sus pensamientos. Y terminemos con uno de ellos: «Tres cosas son necesarias para hacer un buen libro: el talento, el arte y el oficio, es decir, la naturaleza, el trabajo y la costumbre». Y lo demostró con el ejemplo. La prueba: este pequeño libro, que a cada nueva lectura nos parece más grande.
Manuel Arranz