SOBRE ARTE Y LITERATURA en PÚBLICO
Antonio Jiménez Morato firmaba esta semana en Público un reportaje sobre el aforismo ("píldoras que construyen la realidad, que abrazan la verdad y condensan el pensamiento en microgramos de la literatura más breve, más lúcida y más agradecida") titulado con acierto "Lujos en minúscula":
Los profetas de la modernidad repiten cada dos por tres que el futuro será de los géneros breves. Y uno no sabe en qué se basa esa opinión, porque precisamente los géneros más extensos llegan a más público debido a que son menos exigentes con el lector y permiten una inmersión más relajada dentro del universo que proponen.
Si se cumplieran los vaticinios de los profetas, todo el mundo leería en el metro micro-relatos o estas píldoras de pensamientos que se van expandiendo a medida que meditamos sobre ellas. Pero basta mirar alrededor en el vagón para ver las mismas novelas gigantes desde hace años.
Por eso, no extraña lo complicado que es editar y conseguir lectores para un género tan intenso y severo con el lector como son los aforismos.
Explosión de píldoras
En los últimos años el interés por el género ha crecido en España y algunos, pocos pero escogidos editores, se han decidido a acercarnos estas colecciones de piedras preciosas.
Julián Rodríguez, como editor, y Luis Eduardo Rivera, como traductor, desde Periférica, continúan con la publicación de Sobre arte y literatura, de Joseph Joubert, el trabajo de acercar a grandes aforistas que se inició con Pensamientos y rivarolianas, de Antoine de Rivarol, y se extendió con Pasos en la arena, de Remy de Gourmont. Tres libros que demuestran que, bien editados, los aforismos llegan a sus lectores.
La escuela francesa, a la que pertenecen estos tres autores, ha sido, desde luego, una de las grandes canteras de los filósofos de la brevedad que, blandiendo el afilado bisturí del ingenio, construyen pensamientos que aúnan lo profundo con lo estético. Ahí radica el arte del aforismo, en que parecen filosofía destilada con tintes poéticos.
El aforista Juan Ramón
No es de extrañar que uno de los grandes cultivadores del género en España haya sido Juan Ramón Jiménez. El premio Nobel encontró, dentro de su ingente producción,un hueco para escribir numerosos aforismos. Una nutrida selección de ellos se puede leer en el volumen que Andrés Trapiello –otro autor que acostumbra a deslizar algunas de estas reflexiones con vestimentas líricas en sus dia diarios– ha editado en la colección que él dirige, La Veleta, de la editorial Comares.
En dicho libro se aprecian las características que hacen único al aforismo frente a otras posibilidades de expresión e investigación del pensamiento: tan modernos gracias a su matiz lírico y su fragmentaridad. Del mismo modo que asimilamos el mundo de manera sesgada, los aforismos plasman esa experiencia fragmentada, pero sin abandonar por ello la intención de tocar, o al menos intuir, y por tanto construir la verdad.
El aforismo se nutre pues de una meditación filosófica enunciada de un modo creativo, bello, que pretende dar un pensamiento íntegro y ordenado en una frase, valiéndose de la paradoja y del humor si es necesario. El aforismo es filosofía refrescante, higiénica, que airea el plomo agolpado en los sobrios cortinajes del pensamiento académico. Por eso se acercaron al aforismo pensadores como Nietzsche o escritores como Kafka, que encontraron en el pensamiento fragmentado un campo de operaciones único para reflejar el collage acelerado de la vida moderna.
Los profetas de la modernidad repiten cada dos por tres que el futuro será de los géneros breves. Y uno no sabe en qué se basa esa opinión, porque precisamente los géneros más extensos llegan a más público debido a que son menos exigentes con el lector y permiten una inmersión más relajada dentro del universo que proponen.
Si se cumplieran los vaticinios de los profetas, todo el mundo leería en el metro micro-relatos o estas píldoras de pensamientos que se van expandiendo a medida que meditamos sobre ellas. Pero basta mirar alrededor en el vagón para ver las mismas novelas gigantes desde hace años.
Por eso, no extraña lo complicado que es editar y conseguir lectores para un género tan intenso y severo con el lector como son los aforismos.
Explosión de píldoras
En los últimos años el interés por el género ha crecido en España y algunos, pocos pero escogidos editores, se han decidido a acercarnos estas colecciones de piedras preciosas.
Julián Rodríguez, como editor, y Luis Eduardo Rivera, como traductor, desde Periférica, continúan con la publicación de Sobre arte y literatura, de Joseph Joubert, el trabajo de acercar a grandes aforistas que se inició con Pensamientos y rivarolianas, de Antoine de Rivarol, y se extendió con Pasos en la arena, de Remy de Gourmont. Tres libros que demuestran que, bien editados, los aforismos llegan a sus lectores.
La escuela francesa, a la que pertenecen estos tres autores, ha sido, desde luego, una de las grandes canteras de los filósofos de la brevedad que, blandiendo el afilado bisturí del ingenio, construyen pensamientos que aúnan lo profundo con lo estético. Ahí radica el arte del aforismo, en que parecen filosofía destilada con tintes poéticos.
El aforista Juan Ramón
No es de extrañar que uno de los grandes cultivadores del género en España haya sido Juan Ramón Jiménez. El premio Nobel encontró, dentro de su ingente producción,un hueco para escribir numerosos aforismos. Una nutrida selección de ellos se puede leer en el volumen que Andrés Trapiello –otro autor que acostumbra a deslizar algunas de estas reflexiones con vestimentas líricas en sus dia diarios– ha editado en la colección que él dirige, La Veleta, de la editorial Comares.
En dicho libro se aprecian las características que hacen único al aforismo frente a otras posibilidades de expresión e investigación del pensamiento: tan modernos gracias a su matiz lírico y su fragmentaridad. Del mismo modo que asimilamos el mundo de manera sesgada, los aforismos plasman esa experiencia fragmentada, pero sin abandonar por ello la intención de tocar, o al menos intuir, y por tanto construir la verdad.
El aforismo se nutre pues de una meditación filosófica enunciada de un modo creativo, bello, que pretende dar un pensamiento íntegro y ordenado en una frase, valiéndose de la paradoja y del humor si es necesario. El aforismo es filosofía refrescante, higiénica, que airea el plomo agolpado en los sobrios cortinajes del pensamiento académico. Por eso se acercaron al aforismo pensadores como Nietzsche o escritores como Kafka, que encontraron en el pensamiento fragmentado un campo de operaciones único para reflejar el collage acelerado de la vida moderna.
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