UN CLAVO EN EL CORAZÓN en LA VOZ DE GALICIA
Con retraso nos llega una interesante reseña de Un clavo en el corazón, de Paulo José Miranda, publicada hace meses en La Voz de Galicia y firmada por Héctor J. Porto, con este revelador y didáctico destacado: "Cesário Verde (1855-1886) fue el Baudelaire portugués, introdujo lo cotidiano en la poesía y asestó el primer golpe mortal al romanticismo".
Aunque construido como literatura epistolar —el libro es una prolija carta al poeta Cesário Verde escrita por su buen amigo Tiago da Silva Pereira—, Un clavo en el corazón debe leerse como una novela, filosófica, eso sí, pues la acción es nula. La misiva pretende mover al vate, darle ánimos para que prosiga su alta encomienda y no abandone su talento creativo por el vacuo amor, aunque esto le cueste vivir en la soledad y la incomprensión. Y es que Verde se ha quedado prendado de Luísa, la un tanto frívola hermana de su viejo camarada, quien —frente a la ceguera general de la crítica— sí ha percibido el genio revolucionario de su poesía y lo que ésta supondrá en el devenir de la lírica portuguesa. Es verdad que Verde sentará las bases —con Antero de Quental o Teixeira de Pascoães— para lograr arrumbar el romanticismo y que la poesía moderna lusa alumbre sin pestañear a un dios como Fernando Pessoa, quien por cierto figura entre los primeros admiradores confesos de la obra de Verde.
Articulada en especial alrededor del poema que ha fascinado a Tiago da Silva Sentimiento de un occidental —una pieza de 176 versos alejandrinos, con 44 estrofas, ordenada en 4 cantos, y quizá la mejor composición de Verde—, Paulo José Miranda (Aldeia de Paio Pires, 1965) concibe la carta como una erudita y comprometida reflexión estética, y que va más allá del asunto-eje de la creación para acabar hablando sobre los dos grandes temas del arte: el amor y la muerte.
Audaz apuesta —como casi todas las suyas— del pequeño sello cacereño Periférica, del que bien se podría esperar la publicación de otras dos obras del joven autor portugués, quizá uno de los más prometedores de su generación. Y es que Paulo José Miranda ha construido una especie de trilogía, de gran fresco, sobre la creación artística en el Portugal del XIX que inaugura en 1997 precisamente Um prego no coração, y que completan Natureza morta (1999), que aborda la figura del pianista y compositor João Domingos Bomtempo, y Vício (2001), hipotético diario de los últimos meses del poeta Antero de Quental. En fin, una lectura sugerente —verdadera puerta abierta, introducción, al conocimiento de la obra de Verde (aquí editada en Hiperión)— pero que exige buenas dosis de complicidad y sosiego. Absténganse forofos de la evasión rápida y del lema «No quiero libros que me obliguen a pensar, ya me basta con lo que tengo en casa».
Aunque construido como literatura epistolar —el libro es una prolija carta al poeta Cesário Verde escrita por su buen amigo Tiago da Silva Pereira—, Un clavo en el corazón debe leerse como una novela, filosófica, eso sí, pues la acción es nula. La misiva pretende mover al vate, darle ánimos para que prosiga su alta encomienda y no abandone su talento creativo por el vacuo amor, aunque esto le cueste vivir en la soledad y la incomprensión. Y es que Verde se ha quedado prendado de Luísa, la un tanto frívola hermana de su viejo camarada, quien —frente a la ceguera general de la crítica— sí ha percibido el genio revolucionario de su poesía y lo que ésta supondrá en el devenir de la lírica portuguesa. Es verdad que Verde sentará las bases —con Antero de Quental o Teixeira de Pascoães— para lograr arrumbar el romanticismo y que la poesía moderna lusa alumbre sin pestañear a un dios como Fernando Pessoa, quien por cierto figura entre los primeros admiradores confesos de la obra de Verde.
Articulada en especial alrededor del poema que ha fascinado a Tiago da Silva Sentimiento de un occidental —una pieza de 176 versos alejandrinos, con 44 estrofas, ordenada en 4 cantos, y quizá la mejor composición de Verde—, Paulo José Miranda (Aldeia de Paio Pires, 1965) concibe la carta como una erudita y comprometida reflexión estética, y que va más allá del asunto-eje de la creación para acabar hablando sobre los dos grandes temas del arte: el amor y la muerte.
Audaz apuesta —como casi todas las suyas— del pequeño sello cacereño Periférica, del que bien se podría esperar la publicación de otras dos obras del joven autor portugués, quizá uno de los más prometedores de su generación. Y es que Paulo José Miranda ha construido una especie de trilogía, de gran fresco, sobre la creación artística en el Portugal del XIX que inaugura en 1997 precisamente Um prego no coração, y que completan Natureza morta (1999), que aborda la figura del pianista y compositor João Domingos Bomtempo, y Vício (2001), hipotético diario de los últimos meses del poeta Antero de Quental. En fin, una lectura sugerente —verdadera puerta abierta, introducción, al conocimiento de la obra de Verde (aquí editada en Hiperión)— pero que exige buenas dosis de complicidad y sosiego. Absténganse forofos de la evasión rápida y del lema «No quiero libros que me obliguen a pensar, ya me basta con lo que tengo en casa».
Héctor J. Porto
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