editorial periférica

08 marzo 2008

LOS ROLLING STONES EN PERÚ en LA VANGUARDIA

"¿Jagger en Perú?" Así se titula la sugerente reseña de Los Rolling Stones en Perú que Roberto Herrscher firmaba en el suplemento cultural de La Vanguardia el pasado miércoles:
¿No teníamos ya suficientes libros sobre los Rolling Stones? Los libros sobre la banda de rock más famosa, prolífica y longeva de la historia dan ya para formar una biblioteca. Hay biografías autorizadas y no autorizadas, crónicas de giras –la mayoría por Estados Unidos– y análisis de aspectos musicales y sociales de sus canciones. Inclusive hay un corpus respetable de libros sobre Sus Majestades Satánicas escritos por autores españoles, desde Gustavo Vázquez Lozano hasta Jordi Sierra i Fabra.
Sin embargo, Los Rolling Stones en Perú, de Sergio Galarza y Cucho Peñaloza, logra sacarle nueva punta a un lápiz que parecía haberse quedado sin mina. Aunque sea porque logran interesar al lector, con buen estilo y armas legítimas, por un aspecto marginal en la historia de la banda. Digámoslo pronto: los Rolling Stones nunca tocaron en Perú y, al menos por la información que da el libro, la mayoría de sus integrantes nunca pisaron el país. Keith Richards y Mick Jagger hicieron un viaje privado en 1969, escapando de las jaurías de fans y la prensa, y después el cantante volvió en 1981, para participar en la película Fitzcarraldo, de Werner Herzog, aunque finalmente todos sus planos fueron eliminados de la versión exhibida. Eso es todo.
En las cortas estancias de los rockeros en Lima, Cuzco y la selva amazónica, trabaron cortas y superficiales relaciones con jóvenes peruanos. La mitad de los que coincidieron con estos Stones no tenían mucha conciencia de que estaban viviendo un momento histórico. La otra mitad estaban demasiado metidos en su propia mitología como para ver y entender en qué andaban sus ídolos.Y en ambos casos, veinte o treinta años después de los hechos, sus memorias son flacas en hechos concretos y famélicas en detalles. Se podría aplicar aquí aquella vieja frase que dice que quienes se acuerdan bien de los sesenta es que no los vivieron.
Así, con estos mimbres –dos visitas no musicales de Mick y una de Keith, recordadas por un circo de personajes menores, la mayoría de los cuales tampoco son artistas–, es difícil imaginar un libro exitoso. Y, a pesar de todo, Los Rolling Stones en Perú resulta interesante, divertido y provechoso.
Galarza y Peñaloza organizan su narración de una forma similar a la que Orson Welles inventó en Ciudadano Kane: los autores van viajando por la geografía peruana en busca de una tribu de veteranos que en su juventud se cruzaron con Mick o Keith. Con la excusa de preguntarles por las horas o días que pasaron con los famosos Stones, el libro nos lleva a reflexionar sobre el tiempo pasado y perdido, sobre la memoria y el olvido, y sobre la propia pequeñez en el momento en que nuestros caminos se cruzan con un grande (o al menos con un famoso).
¿Y qué aporta el libro a los que quieren saber más de su grupo preferido? Poco, pero sustancioso. El relato de la huida de 1969 muestra los estragos de la fama y los procesos duales de construcción y destrucción, comunes a las figuras de la época de oro del rock. Y la extraña obsesión de Jagger por convertirse en un actor respetado, que lo llevó a adentrarse en la selva y bajarse de su personaje en 1981, ayuda a verlo bajo una luz nueva, que lo complejiza y humaniza.

No es común que un libro hecho por periodistas latinoamericanos llegue a las costas españolas. Por su mesura y sus virtudes, esta es una crónica recomendable.