YURI HERRERA, autor de TRABAJOS DEL REINO, entrevistado en EL PAÍS
Ayer sábado, el suplemento cultural de El País, Babelia, dedicaba tres páginas al narcocorrido: a las violentas muertes de algunos de sus compositores y cantantes, a su discografía esencial, a "su" literatura... Por ello, Amelia Castilla entrevistaba al joven escritor mexicano Yuri Herrera, autor de Trabajos del reino, una de las novelas por las que más vamos a apostar desde Periférica en 2008.
"Lobo aprendió en las cantinas que los boleros admiten cara suavecita, pero que los corridos reclaman bragarse y figurar la historia mientras se la canta. También aprendió las siguientes verdades: hay un Dios que dice aguántese, las cosas son como son. Y, quizá, la más importante: apártate del hombre que está a punto de vomitar". Así era la vida del protagonista de la novela de Yuri Herrera Trabajos del reino, hasta que conoció a El Rey, uno de esos tipos capaces de llenar un espacio "con un aire de saberlo todo".
A Yuri Herrera (Actopan, México, 1970) le atraía la idea de escribir una novela sobre la relación entre el poder y el arte. No quería remontarse a la Europa del siglo XVI, así que empezó a frecuentar las tabernas y cantinas de Ciudad Juárez y a escuchar mucha música. Entonces vivía en El Paso (Texas), que comparte calle principal con Ciudad Juárez. Basta cruzar la frontera para estar en el otro lado. Ahí mismo, entre copa y copa, se le ocurrió que lo que más se parecía a un soberano era un narco y que el artista podría ser un escritor de corridos. "Claro que no todos los escritores trabajan para ellos pero muchos narcos tienen escritores a su servicio", cuenta el escritor por teléfono desde la Universidad de Berkeley, donde realiza los estudios de doctorado y da clases de escritura para los alumnos que estudian español.
Si Juárez, una ciudad fronteriza dominada por la violencia y la injusticia, fue su modelo de espacio en el que se moverían los personajes, Chalino Sánchez, compositor de corridos que murió a balazos -"lo levantaron", en mexicano -, fue el personaje en el que en cierto modo se inspiró para crear al protagonista. Herrera escuchó tantos corridos que incluso se sintió inspirado para redactar algunos. El corrido es un género muy importante dentro de la lírica mexicana, incluso antes de la revolución. Mucha gente se enteraba de los grandes acontecimientos por la música, especialmente aquellas noticias que no aparecen en los medios. Y así sigue. "El corrido goza de cabal salud. No sólo no han bajado en popularidad sino que se encuentran en YouTube y se actualizan cada día".
En Trabajos del reino huyó de cualquier tipo de data. En la novela no se mienta la droga, ni figura el nombre de ninguna ciudad, ni siquiera el narcotráfico o la frontera. Tampoco se fijó en ningún narco conocido. No tenía interés en ningún nombre. "La idea responde a un arquetipo, quería dejar claro que se está produciendo un cambio generacional en el tipo de liderazgo. Por un lado, está El Rey, un modelo arcaico y paternalista, que se enfrenta a otro más joven que quiere tomar el poder y que lleva a cabo otras prácticas empresariales. Ahora hay muchos más narcos pero menos poderosos. Se trata de gente de clase media alta que ha estudiado en Estados Unidos y que vive en urbanizaciones de lujo donde ni los propios vecinos se conocen. El nuevo narco se ha mimetizado con el paisaje y el paisaje ahora es la apertura comercial". Como ejemplo de su capacidad de adaptación a las reglas del capitalismo, dice que en México se cuenta que el narco Cuero Palma mandó un emisario a Rusia en cuanto cayó el muro de Berlín con la idea de que allí se iba a armar un buen negocio.
Pero si uno de los elementos de la novela es el envejecimiento de las nuevas formas de ejercer el poder, la piedra sobre la que se cincela la obra es el lenguaje. La prosa de Herrera consigue plasmar el ritmo y hasta la textura de las conversaciones que le gustaba escuchar en esas jornadas de cantinas y corridos. "Quería recuperar los giros del lenguaje popular, pero sin darles un tratamiento paternalista. Quise ser justo con esas maneras de explicar cierta realidad que no se encuentra en los diccionarios y que sólo conocen los que se expresan en esa cruda manera de vivir". Así, el protagonista de la novela usa el término cartonear, un vocablo acuñado para definir la actividad de vivir en la calle entre cartones, los sicarios se reenchilan (encabronan) y mochan los pulgares a los traidores.
Herrera confirma también que la literatura del narcotráfico se ha convertido en un género, practicado con éxito por periodistas y escritores. "Las raíces sobre las que se sustenta el género son las de la novela negra en el sentido de que no se hace ilusiones sobre la pureza de las instituciones". La novela se publicó en México hace cuatro años, tras ganar el Premio Frontera de Palabras, dedicado a galardonar a los escritores que viven entre México y Estados Unidos.
A Yuri Herrera (Actopan, México, 1970) le atraía la idea de escribir una novela sobre la relación entre el poder y el arte. No quería remontarse a la Europa del siglo XVI, así que empezó a frecuentar las tabernas y cantinas de Ciudad Juárez y a escuchar mucha música. Entonces vivía en El Paso (Texas), que comparte calle principal con Ciudad Juárez. Basta cruzar la frontera para estar en el otro lado. Ahí mismo, entre copa y copa, se le ocurrió que lo que más se parecía a un soberano era un narco y que el artista podría ser un escritor de corridos. "Claro que no todos los escritores trabajan para ellos pero muchos narcos tienen escritores a su servicio", cuenta el escritor por teléfono desde la Universidad de Berkeley, donde realiza los estudios de doctorado y da clases de escritura para los alumnos que estudian español.
Si Juárez, una ciudad fronteriza dominada por la violencia y la injusticia, fue su modelo de espacio en el que se moverían los personajes, Chalino Sánchez, compositor de corridos que murió a balazos -"lo levantaron", en mexicano -, fue el personaje en el que en cierto modo se inspiró para crear al protagonista. Herrera escuchó tantos corridos que incluso se sintió inspirado para redactar algunos. El corrido es un género muy importante dentro de la lírica mexicana, incluso antes de la revolución. Mucha gente se enteraba de los grandes acontecimientos por la música, especialmente aquellas noticias que no aparecen en los medios. Y así sigue. "El corrido goza de cabal salud. No sólo no han bajado en popularidad sino que se encuentran en YouTube y se actualizan cada día".
En Trabajos del reino huyó de cualquier tipo de data. En la novela no se mienta la droga, ni figura el nombre de ninguna ciudad, ni siquiera el narcotráfico o la frontera. Tampoco se fijó en ningún narco conocido. No tenía interés en ningún nombre. "La idea responde a un arquetipo, quería dejar claro que se está produciendo un cambio generacional en el tipo de liderazgo. Por un lado, está El Rey, un modelo arcaico y paternalista, que se enfrenta a otro más joven que quiere tomar el poder y que lleva a cabo otras prácticas empresariales. Ahora hay muchos más narcos pero menos poderosos. Se trata de gente de clase media alta que ha estudiado en Estados Unidos y que vive en urbanizaciones de lujo donde ni los propios vecinos se conocen. El nuevo narco se ha mimetizado con el paisaje y el paisaje ahora es la apertura comercial". Como ejemplo de su capacidad de adaptación a las reglas del capitalismo, dice que en México se cuenta que el narco Cuero Palma mandó un emisario a Rusia en cuanto cayó el muro de Berlín con la idea de que allí se iba a armar un buen negocio.
Pero si uno de los elementos de la novela es el envejecimiento de las nuevas formas de ejercer el poder, la piedra sobre la que se cincela la obra es el lenguaje. La prosa de Herrera consigue plasmar el ritmo y hasta la textura de las conversaciones que le gustaba escuchar en esas jornadas de cantinas y corridos. "Quería recuperar los giros del lenguaje popular, pero sin darles un tratamiento paternalista. Quise ser justo con esas maneras de explicar cierta realidad que no se encuentra en los diccionarios y que sólo conocen los que se expresan en esa cruda manera de vivir". Así, el protagonista de la novela usa el término cartonear, un vocablo acuñado para definir la actividad de vivir en la calle entre cartones, los sicarios se reenchilan (encabronan) y mochan los pulgares a los traidores.
Herrera confirma también que la literatura del narcotráfico se ha convertido en un género, practicado con éxito por periodistas y escritores. "Las raíces sobre las que se sustenta el género son las de la novela negra en el sentido de que no se hace ilusiones sobre la pureza de las instituciones". La novela se publicó en México hace cuatro años, tras ganar el Premio Frontera de Palabras, dedicado a galardonar a los escritores que viven entre México y Estados Unidos.
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