editorial periférica

05 agosto 2007

SAIDE y MI ABUELO en LA VOZ DE CÁDIZ

Bajo el título “Unos libros para agosto”, Juan Carlos Sierra recomienda hoy domingo en La voz de Cádiz dos títulos de nuestra editorial:

"A lo largo del año, en las conversaciones que a veces van a parar al tema de los libros, a menudo se argumentan excusas para no leer que suelen rondar los siguientes tópicos: es que con los niños no me queda tiempo, es que el trabajo no me da tregua, es que los fines de semana tengo mucha tarea en casa, es que llego tan cansado que lo último que me apetece es coger un libro, es que con lo que traigo del instituto ya voy sobrado, es que. Pues sí, hay muchos 'esques' y poco tiempo, por lo que parece. Cuando estos diálogos se prolongan y se entra en el territorio de las buenas intenciones, suele echarse mano de los 'aversis', es decir, de los propósitos para las vacaciones: a ver si este verano me pasas aquel libro del que me hablaste en enero, a ver si por fin me leo este agosto Los miserables o El conde de Montecristo, a ver si en la playa le echo un ojo a lo que me compré en la feria del libro, a ver si entre tinto y tinto de verano me acabo la novela de las pasadas vacaciones, Pues sí, los 'aversis', los propósitos, las intenciones, los proyectos, los deseos.


'Esques' Y 'aversis'
Lo que parece perderse de vista entre 'esques' y 'aversis' es la naturaleza eminentemente placentera del acto de leer. Supuestamente, durante la vorágine explotadora del trabajo, la lectura debería simbolizar una tregua, una isla paradisíaca, un vaso de agua fresca en mitad del desierto de los días laborables. Sin embargo, la realidad demuestra que o bien hemos perdido ese norte placentero de la lectura o los jefes, la familia y las obligaciones nos tratan con extrema crueldad. Sea como sea, ahora toca cumplir con los 'aversis' en este mes de agosto y multiplicar la intensidad de los placeres: el de estar de vacaciones más el propio de la lectura. Para ello podemos empezar proponiendo un sofá o un sillón cómodos, un lugar fresco, apartado y tranquilo, una jarra y un vaso -rellénense con el líquido que más guste- y las dos últimas publicaciones de la editorial extremeña Periférica.
A quien le guste la novela negra, Saide, del colombiano Octavio Escobar Giraldo, le vendrá como anillo al dedo. Esta obra, publicada en Colombia por primera vez en 1995 y revisada y reescrita para su aparición en España en este 2007, habla del asesinato de Saide Malkum, de lo que el doctor Díaz-Plata ha de contarle al narrador de la novela sobre esta chica de origen libanés y extremadamente bella, del amor que el doctor le profesa a pesar de su amplia diferencia de edad, de los celos que siente por los que se acercan a Saide, de los esfuerzos y sacrificios que ha hecho por la chica y de unos cuadernos que Saide mandaba a su novio John Jairo, encarcelado en una prisión de Estados Unidos. Todos estos elementos argumentales se estructuran narrativamente a base de saltos temporales y los enmarca Octavio Escobar dentro de la problemática política y social de la Colombia de los 90, que es aproximadamente lo mismo que decir la de hoy en día. El resultado, una magnífica novela negra con premio incluido, el Crónica Negra Colombiana de 1995.
El otro título al que hacíamos referencia, en cuanto a lo publicado por Periférica, es Mi abuelo, de la francesa Valérie Mréjen, un retrato de familia singular en su forma y en su contenido. El libro está escrito a partir de fragmentos, de flashes, de párrafos aparentemente inconexos que buscan su concreción en la interpretación del lector. Este, cuando ha llegado al final, descubre una familia que podría parecerse mucho a la suya, un núcleo de cariños extremos, de traiciones extremas, de contradicciones extremas, de crueldades extremas, de entregas extremas, de buenas intenciones y malas prácticas, como la mayoría de las familias; pero, sobre todo, de una extrema ineficacia en la comunicación: 'Otra vez volví a casa con un corte de pelo horrible. Me dijo: Qué pena, con el pelo tan bonito que tenías. Si me lo hubiera dicho antes no habría ido a la peluquería'. Así pues, lo que la realidad familiar no es capaz de verbalizar, que sea la literatura en manos de Valérie Mréjen la que lo comunique y, en su reconocimiento, nos salve del más profundo naufragio o, al menos, exorcice a nuestros peores fantasmas familiares."

Enlace: http://www.lavozdigital.es/cadiz/prensa/20070805/cultura/unos-libros-para-agosto_20070805.html