editorial periférica

04 mayo 2008

SIN FLORES NI CORONAS en PÚBLICO

Ayer sábado en Público excelente reseña de nuestro último lanzamiento (la estremecedora memoir de Odette Elina) bajo el título "La docilidad resistente de Sin flores ni coronas". Excelente, decíamos, no por lo elogiosa, sino por las "claves" que ofrecía su autor, Carlos Pardo. Claves no sólo para analizar, para leer, este libro, sino muchos otros. Aquí las tenéis:

En síntesis
Lo normal sería decir que la lectura de este libro debería ser obligatoria en los colegios. Cada crónica que recuperamos -y aún aparecen nuevos textos- de los campos de exterminio nazis y del Gulag soviético, debería serlo: hablan del ser humano llevado al límite de la inhumanidad, cuentan precisamente eso que escapa a lo "comunicable" porque no entra en nuestras ideas de la vida. "Lirimos y barbarie" se ha dicho del hermoso libro de Odette Elina, un duro testimonio sin etiquetas.

La autora
La militante comunista de origen judía Odette Elina (París 1910-1991), pintora, escritora y figura central de la resistencia francesa, fue arrestada por la Gestapo y enviada a Auschwitz en 1944. Tras la liberación dio testimonio de los campos y luchó por una justicia social que rebasaba la experiencia del holocausto. Su vida es un ejemplo de lucidez equilibrada allí donde el equilibrio se hace necesario. Secretaria francesa del Comité Internacional de Auschwitz (entre 1956-67) a su muerte legó sus bienes al PC francés.

Comentario
La narración verdadera de los hechos no existe. No hay una manera de contar sin estilo lo que está sucediendo. El estilo es, sobre todo, una cuestión ética, y tiene que ver con dos estrategias: la distancia y el montaje. ¿Cuánto se tiene que separar un ser humano del horror de los capos de exterminio nazi, cuánto tiene que esperar para poder contarlo con unas palabras que den una mínima medida del sufrimiento? ¿Y cómo debe ordenar unos hechos que se han vivido con una absoluta falta de sentido? ¿Debe acoplarse al orden racional de una historia, con principio y final? Odette Elina no esperó más que unos meses para poder anotar las impresiones de lo que acababa de vivir en Auschwitz, y lo hizo con una escritura limpia, desafecta, ajena a lo que entendemos por género literario.
Estos breves fragmentos en los que aparecen las ruindades y superviviencias de los prisioneros, el milagro de encontrar un jersey enterrado para quien sobrevive el invierno polaco con un jirón de tela o de hablar de Shakespeare con otra prisionera, pueden ser prosa o poesía, pero son sobre todo imágenes imborrables. Tituladas con una fecha o el sencillo nombre de una amiga (Marie) o de un niño (Olek) son también el hilo que ata a la vida. Es quizá la cualidad de esta escritura resistente que se ha llamado de pintor -algunos de los dibujos de Elina acompañana la preciosa edición-, capaz de conservar en pie un precario edificio moral entre víctimas que se convierten en verdugos. El estado de excepción no termina al salir de los campos.