editorial periférica

06 abril 2008

LA NIEVE en ABC

"Reminiscencias goetheanas" se titula la reseña de La nieve que firmaba ayer sábado Pablo d'Ors en las páginas de ABCD las letras y las artes, suplemento cultural del diario ABC:

He disfrutado mucho de la lectura de esta novela, tanto por el primor con que está escrita como por el tema de fondo, que más que las aventuras de salón, más o menos decadentes, que relata, es el de la nostalgia del pueblo alemán por todo lo italiano, símbolo de cultura y luminosidad. En cada página de esta narración late ese inconfundible y germánico gusto por Italia que Goethe, con quien la autora de La nieve estuvo relacionada, quiso imponer e impuso a sus connacionales.
La nieve, publicada por primera vez en 1825, es un ejercicio de estilo. Johanna Schopenhauer (1766-1838), de quien hoy nada se sabría de no haber sido la madre del célebre filósofo, muestra en ella no sólo su consumado oficio, sino algo que, sin temor a exagerar, calificaría de talento. Muchos de los episodios, sin ser trepidantes, tienen ese marchamo que impulsa a seguir leyendo. La escenografía, por otra parte, crea atmósfera (en particular la de los Alpes); y poco importa que, como se nos advierte en la introducción, la trama y hasta los personajes no sean sino trasposiciones, más o menos sublimadas, de la experiencia de la escritora, aficionada a reunir a la crema y nata artística de su tiempo en su propia casa. Una mirada crítica diría que todas las figuras son estereotipos más o menos acartonados, en particular los dos amantes: Marie y Viktor. Ella es la desdichada y bella extranjera, proveniente del norte, como no podía ser menos. Él: un jovencito enamorado del arte y de la belleza, exaltado y soñador: un nuevo Werther, es obvio.
Pero también el conde hace díptico con Viktor: el primero -más viejo- representa la responsabilidad y el deber, quedando para el segundo -casi un adolescente-, el ideal y la libertad. Sin embargo, si se acepta la impronta romántica del relato, y si el lector se prepara para el trágico desenlace que, en esta lógica, era de esperar, la historia funciona y, lo que es más importante, deja imágenes en el hondón. Merecen leerse con tanto detenimiento (o más) que la propia novela los textos de Luis Fernando Moreno Claros, que Periférica nos ofrece inteligentemente como aperitivo y postre al gran plato de la ficción. El relato que ahí leemos sobre las turbulentas relaciones entre la madre escritora y su hijo, Arthur Schopenhauer (1788-1861), es colosal; y hasta ha llegado a tentarme como posible argumento de novela.

Pablo d'Ors