editorial periférica

06 abril 2008

HELP A ÉL en DIARIO VASCO

Felipe Juaristi firmaba esta reseña de Help a él, titulada "Apellido", en el Diario Vasco:

Él se llama Rodolfo Enrique Fogwill, pero firma únicamente Fogwill, porque prefiere el apellido, breve, sonoro y extraño, al nombre compuesto o descompuesto) en dos. Es argentino, algo que en su caso hay que señalar, porque no se concibe esta obra sin "El Aleph". Ambos títulos tienen las mismas
letras. Help a él funciona como si fuese una imagen, la imagen distorsionada, ciertamente, de "El Aleph". El autor se enfrenta a Borges en el espejo; y si no lo anula, al menos, lo intenta. Se llama «parricidio» al asesinato del padre. No olvidemos que Edipo, figura señera y clave para entender el psicoanálisis, al menos en su vertiente freudiana, mató a su padre. Según algunas interpretaciones, no carentes de sentido, la vida, al igual que la literatura, su representación gráfica, no es más que el sutil y lento intento de ejecutar al padre; y de equivocarse. Son palabras suyas, que en parte suscribo: «Para escribir hay que ser un gran mentiroso». En literatura, verdad y mentira se deslizan por el mismo terreno y, al final, acaban confundiéndose.
En Help a él se incluye, además, una breve obra titulada «El arte de la novela». En ambas está latente la guerra de las Malvinas, tema que el autor desarrolló con profusión en Los pichiciegos, pero que también es un texto para comprender el sentido teórico de la obra de Fogwill. Cuenta una historia y, a su vez, cuenta cómo nos está contando la historia que nos está contando como nos está contando. Novela experimental o simplemente juego, es difícil saberlo.
Help a él es otra cosa. Es un texto duro, no sólo en el sentido moral que pueda adoptar el termino, sino también en el literario, por el uso y abuso de la elipsis que hace el autor. Es la historia de Vera Ortiz Beti, muerta trágicamente; una historia de amor y de sexo salvaje, de drogas, sangre y mierda, en el sentido literal. La escritura de Fogwill es hipnótica y cadenciosa. No es una prosa fácil de digerir, por la cantidad de digresiones y reflejos del pensamiento, actos y artilugios de la imaginación, que acompañan en su ritmo y cadencia a las palabras. Pero es, asimismo, una prosa efectiva, que llega a inquietar y a revolver la conciencia del lector. Es lo que busca, supongo.