Rosa Regás escribe sobre pequeñas editoriales, entre ellas Periférica
"Pequeñas editoriales", por Rosa Regás
Diarios El Correo (2 de julio) y El Norte de Castilla (5 de julio)
Siempre he sido aficionada a las pequeñas editoriales. Son ellas las que viven la emoción de descubrir un libro y la pasión de publicarlo al precio que sea, que han leído y releído un texto en alguna lengua y les parece imprescindible reeditarlo para que forme parte de las opciones de lectura del público. Son ellas las que conocen las infinitas y bellísimas normas que desde antiguo vienen conjugándose para formar un libro. Y saben de sus márgenes, del tipo de papel y de color, de una cubierta que de ningún modo puede ser un elemento autónomo de la totalidad, de una encuadernación que permita abrir el libro y leer con comodidad la línea entera. Son las pequeñas editoriales las que ven y gozan con cada pequeño detalle de la letra, de las iniciales, de los blancos o de las portadillas, del diseño que habrá de conjugar el texto y la edición configurándolos en un objeto de una belleza en la consecución de la cual luchan día y noche.
Y sin embargo los libros de las pequeñas editoriales no tienen la difusión que merecería tal esfuerzo y tal belleza, ni consiguen tener más vida que unas pocas semanas, no en las mesas de las librerías destinadas a los grandes éxitos sino, como mucho, en los estantes por orden alfabético de autores. ¿Cómo pueden calar en la retina y la mente del lector los libros de una colección si siendo pocos sus títulos anuales están dispersos en anaqueles y paquetes de devolución? Tampoco los suplementos literarios les dedican demasiada atención cuando son en realidad perlas de una luz singular que deberían no solo conocer, sino admirar y difundir. Y si doy unos cuantos títulos con sus editoriales no lo hago solo para despertar el interés del lector siempre ávido de encontrar tesoros, sino en consideración a todos estos pequeños editores y editoras que han convertido su trabajo en placer y vocación, llenando tantísimos huecos como hay en nuestras publicaciones por más que somos el país que más títulos publica en Europa.
Letras de año nuevo: 'El aire que me espía', de Carlos Castán. Editorial Periférica: 'Pensamientos y rivarolianas', de Antoine de Rivarol. Adama Ramada Ediciones: 'El espejo de la noche', de Clara Janés. Melusina (sic): 'Introducción a la cultura japonesa', de Hisayasy Nakagawa. Ediciones Trea: ' El temblor. Lisboa, sábado de Santos de 1755', de Juan Carlos Gea. Y Atalanta: 'Sin mañana', de Vivant Denon.
Poesía, relatos, pensamientos, viajes. Rescatados del olvido. Son unos pocos pero hay muchos más. Sirva este texto de felicitación y homenaje.
Diarios El Correo (2 de julio) y El Norte de Castilla (5 de julio)
Siempre he sido aficionada a las pequeñas editoriales. Son ellas las que viven la emoción de descubrir un libro y la pasión de publicarlo al precio que sea, que han leído y releído un texto en alguna lengua y les parece imprescindible reeditarlo para que forme parte de las opciones de lectura del público. Son ellas las que conocen las infinitas y bellísimas normas que desde antiguo vienen conjugándose para formar un libro. Y saben de sus márgenes, del tipo de papel y de color, de una cubierta que de ningún modo puede ser un elemento autónomo de la totalidad, de una encuadernación que permita abrir el libro y leer con comodidad la línea entera. Son las pequeñas editoriales las que ven y gozan con cada pequeño detalle de la letra, de las iniciales, de los blancos o de las portadillas, del diseño que habrá de conjugar el texto y la edición configurándolos en un objeto de una belleza en la consecución de la cual luchan día y noche.
Y sin embargo los libros de las pequeñas editoriales no tienen la difusión que merecería tal esfuerzo y tal belleza, ni consiguen tener más vida que unas pocas semanas, no en las mesas de las librerías destinadas a los grandes éxitos sino, como mucho, en los estantes por orden alfabético de autores. ¿Cómo pueden calar en la retina y la mente del lector los libros de una colección si siendo pocos sus títulos anuales están dispersos en anaqueles y paquetes de devolución? Tampoco los suplementos literarios les dedican demasiada atención cuando son en realidad perlas de una luz singular que deberían no solo conocer, sino admirar y difundir. Y si doy unos cuantos títulos con sus editoriales no lo hago solo para despertar el interés del lector siempre ávido de encontrar tesoros, sino en consideración a todos estos pequeños editores y editoras que han convertido su trabajo en placer y vocación, llenando tantísimos huecos como hay en nuestras publicaciones por más que somos el país que más títulos publica en Europa.
Letras de año nuevo: 'El aire que me espía', de Carlos Castán. Editorial Periférica: 'Pensamientos y rivarolianas', de Antoine de Rivarol. Adama Ramada Ediciones: 'El espejo de la noche', de Clara Janés. Melusina (sic): 'Introducción a la cultura japonesa', de Hisayasy Nakagawa. Ediciones Trea: ' El temblor. Lisboa, sábado de Santos de 1755', de Juan Carlos Gea. Y Atalanta: 'Sin mañana', de Vivant Denon.
Poesía, relatos, pensamientos, viajes. Rescatados del olvido. Son unos pocos pero hay muchos más. Sirva este texto de felicitación y homenaje.
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