editorial periférica

17 febrero 2008

YURI HERRERA, autor de TRABAJOS DEL REINO, entrevistado en EL PAÍS

Ayer sábado, el suplemento cultural de El País, Babelia, dedicaba tres páginas al narcocorrido: a las violentas muertes de algunos de sus compositores y cantantes, a su discografía esencial, a "su" literatura... Por ello, Amelia Castilla entrevistaba al joven escritor mexicano Yuri Herrera, autor de Trabajos del reino, una de las novelas por las que más vamos a apostar desde Periférica en 2008.

"Lobo aprendió en las cantinas que los boleros admiten cara suavecita, pero que los corridos reclaman bragarse y figurar la historia mientras se la canta. También aprendió las siguientes verdades: hay un Dios que dice aguántese, las cosas son como son. Y, quizá, la más importante: apártate del hombre que está a punto de vomitar". Así era la vida del protagonista de la novela de Yuri Herrera Trabajos del reino, hasta que conoció a El Rey, uno de esos tipos capaces de llenar un espacio "con un aire de saberlo todo".
A Yuri Herrera (Actopan, México, 1970) le atraía la idea de escribir una novela sobre la relación entre el poder y el arte. No quería remontarse a la Europa del siglo XVI, así que empezó a frecuentar las tabernas y cantinas de Ciudad Juárez y a escuchar mucha música. Entonces vivía en El Paso (Texas), que comparte calle principal con Ciudad Juárez. Basta cruzar la frontera para estar en el otro lado. Ahí mismo, entre copa y copa, se le ocurrió que lo que más se parecía a un soberano era un narco y que el artista podría ser un escritor de corridos. "Claro que no todos los escritores trabajan para ellos pero muchos narcos tienen escritores a su servicio", cuenta el escritor por teléfono desde la Universidad de Berkeley, donde realiza los estudios de doctorado y da clases de escritura para los alumnos que estudian español.
Si Juárez, una ciudad fronteriza dominada por la violencia y la injusticia, fue su modelo de espacio en el que se moverían los personajes, Chalino Sánchez, compositor de corridos que murió a balazos -"lo levantaron", en mexicano -, fue el personaje en el que en cierto modo se inspiró para crear al protagonista. Herrera escuchó tantos corridos que incluso se sintió inspirado para redactar algunos. El corrido es un género muy importante dentro de la lírica mexicana, incluso antes de la revolución. Mucha gente se enteraba de los grandes acontecimientos por la música, especialmente aquellas noticias que no aparecen en los medios. Y así sigue. "El corrido goza de cabal salud. No sólo no han bajado en popularidad sino que se encuentran en YouTube y se actualizan cada día".
En Trabajos del reino huyó de cualquier tipo de data. En la novela no se mienta la droga, ni figura el nombre de ninguna ciudad, ni siquiera el narcotráfico o la frontera. Tampoco se fijó en ningún narco conocido. No tenía interés en ningún nombre. "La idea responde a un arquetipo, quería dejar claro que se está produciendo un cambio generacional en el tipo de liderazgo. Por un lado, está El Rey, un modelo arcaico y paternalista, que se enfrenta a otro más joven que quiere tomar el poder y que lleva a cabo otras prácticas empresariales. Ahora hay muchos más narcos pero menos poderosos. Se trata de gente de clase media alta que ha estudiado en Estados Unidos y que vive en urbanizaciones de lujo donde ni los propios vecinos se conocen. El nuevo narco se ha mimetizado con el paisaje y el paisaje ahora es la apertura comercial". Como ejemplo de su capacidad de adaptación a las reglas del capitalismo, dice que en México se cuenta que el narco Cuero Palma mandó un emisario a Rusia en cuanto cayó el muro de Berlín con la idea de que allí se iba a armar un buen negocio.
Pero si uno de los elementos de la novela es el envejecimiento de las nuevas formas de ejercer el poder, la piedra sobre la que se cincela la obra es el lenguaje. La prosa de Herrera consigue plasmar el ritmo y hasta la textura de las conversaciones que le gustaba escuchar en esas jornadas de cantinas y corridos. "Quería recuperar los giros del lenguaje popular, pero sin darles un tratamiento paternalista. Quise ser justo con esas maneras de explicar cierta realidad que no se encuentra en los diccionarios y que sólo conocen los que se expresan en esa cruda manera de vivir". Así, el protagonista de la novela usa el término cartonear, un vocablo acuñado para definir la actividad de vivir en la calle entre cartones, los sicarios se reenchilan (encabronan) y mochan los pulgares a los traidores.
Herrera confirma también que la literatura del narcotráfico se ha convertido en un género, practicado con éxito por periodistas y escritores. "Las raíces sobre las que se sustenta el género son las de la novela negra en el sentido de que no se hace ilusiones sobre la pureza de las instituciones". La novela se publicó en México hace cuatro años, tras ganar el Premio Frontera de Palabras, dedicado a galardonar a los escritores que viven entre México y Estados Unidos.

TRABAJOS DEL REINO en LA MADRIGUERA de RNE

Diego A. Manrique recomendaba esta misma semana, en su programa La Madriguera, de RNE, nuestro último título: Trabajos del reino, de Yuri Herrera. Puedes escuchar las palabras de Manrique y la banda sonora que les puso (dos interesantes narcocorridos) en el siguiente enlace:

HELP A ÉL en PRIMERA LÍNEA

Isabel Andrade y Sandra Uve firman la página de libros y cómics de la revista Primera Línea, que en su último número destaca Help a él, de Fogwill, con estas palabras: "Hay voces y palabras que se introducen en las venas, circulan libremente por tu corriente sanguínea y cambian tu metabolismo. Es lo que ocurre con cada uno de los títulos que llegan a nuestras manos firmados por el fascinante Fogwill, un placer raro dada la escasa frecuencia de su publicación. De origen argentino, sin duda es uno de los autores más sorprendentes, excéntricos e inclasificables de la literatura en español. Descubre bajo este título las claves de su mejor prosa, plagada de sugerencias visuales, reflexiones y sexo".

EL CUADERNO ROJO en EL CORREO

"Ni arrugas ni polvo". Así se titulaba la reseña que J. Ernesto Ayala-Dip firmaba el sábado 2 de febrero en El Correo de Bilbao: "Dijo alguna vez Thibaudet que Adolfo, de Benjamin Constant, junto a Manon Lescaut y La princesa de Clèves, son libros que 'atraviesan las edades sin arrugas ni polvo'. Leer ahora, dos siglos después de ser escrito, El cuaderno rojo nos deja esa misma sensación: ni arruga ni polvo.
Es probable que los lectores hayan leído Adolfo, una novelita epistolar mucha más cercana a la sensibilidad de un Stendhal o Flaubert que de las llorosas historias de las novelas sentimentales del siglo XVIII. Constant fue un autodidacta, de una inteligencia escéptica y muy afecto a los salones literarios. En estos se sentía a sus anchas, sobre todo en el de Madame de Stäel, con la que mantuvo una larga relación. Solamente por tener noticias de ambos, del calado de esa tortuosa relación, vale la pena leer sus Diarios, una obra que no fue editada de manera completa hasta 1952.
El cuaderno rojo no fue publicado hasta 1807, entonces Benjamin Constant contaba cuarenta y cuatro años. El arco temporal que abarca son dos décadas. Desde el nacimiento de su autor hasta sus veinte años. Las anécdotas son escasas pero densas en análisis introspectivo. De las historias que se cuentan, están las relacionadas con un mundo muy caro a su autor: las mujeres. Hay algunas francamente deliciosas aunque no carentes de ese aire de irresponsable talante que gastaba su autor. No tiene desperdicio la referente al mortificante equívoco con la madre de una jovencita pretendida del autor. La mujer, creyendo un día que el joven se dirigía a ella en una misiva (que nunca llegó) en busca de su amor, descubría con un disimulado desconsuelo que el joven sólo buscaba un préstamo para sufragar sus continuas deudas de juego.

El librito termina, como dice su introductor, de manera abrupta. Pero milagrosamente resume el espíritu de una época como si la estuviéramos tocando".

EL CUADERNO ROJO en AVUI

La novelista y crítica Ada Castells dedicaba hace unos días su columna de Avui "Espècie protegida" a "Benjamin Constant, l'inconstant": "A l’Editorial Periférica tenen una dèria especial per la Revolució Francesa i ara acaben de treure un llibre de títol revolucionari, El cuaderno rojo, que de fet es diu així, simplement, perquè va ser escrit en una llibreta vermella. El llibre és de Benjamin Constant, un autor del tombant del segle XIX, conegut sobretot per la novel·la Adolphe.
El més divertit de comprovar és la seva incoherència, que el fa ben proper al nostre temps. En el seu quadern narra les memòries de joventut i va fent reflexions que després no tenen res a veure amb
els seus actes d’home sentimental i apassionat. Per exemple, se li detecta una misogínia típica d’home de lletres mentre va col·leccionant amants d’alt nivell com Madame de Staël, que segur que el deuria posar en el seu lloc. De tota manera, Marguerite Duras va dir que “de vegades Constant resultava gairebé feminista” i si ho diu la Duras, és que deu ser veritat.
El cas és que és ben curiós veure la trajectòria d’aquest home desastre i alhora brillant que és capaç de simular un suïcidi per una dona que ni estima. Coses de ser un romàntic i exercir com a tal, cada temps té les seves servituds. Però no hi ha dubte que poder recórrer Europa després d’haver nascut a Lausana el 1767 per anar a estudiar a Baviera i a Edimburg té el seu què. Com podem demanar constància a un romàntic com ell. El seu cognom és la més gran contradicció...

EL CUADERNO ROJO en el IDEAL de Granada

Jueves 7 de febrero. Breve reseña de El cuaderno rojo de Benjamin Constant en la sección "Ver para leer" del suplemento cultural del Ideal. "El joven Constant" se titulaba. Decía así: "El cuaderno rojo fue definido por Italo Calvino como 'uno de los libros de memorias más divertidos que he leído, la novela que, cuando fui joven, y si hubiera sido ciudadano de otro siglo, me habría gustado vivir y escribir'. Lo hizo uno de los grandes autores franceses de finales del XVIII y comienzos del XIX, un hombre lleno de fértiles contradicciones: el cáustico, sentimental, descreído y apasionado Benjamin Constant en sus memorias de juventud".

SOBRE ARTE Y LITERATURA en LA GACETA DE LOS NEGOCIOS, DIARIO DE MALLORCA y EL FARO DE MURCIA

Sobre arte y literatura, de Joseph Joubert, sigue cosechando excelentes críticas dos meses después de su publicación, algunas de ellas convertidas en verdaderas declaraciones. He aquí tres ejemplos:

Nadal Suau, atento crítico de "Bellver", suplemento del Diario de Mallorca, realizaba a partir de Joubert uno de sus "Paseos de ronda". Fue el 7 de febrero pasado. "Ya lo he designado mi libro de cabecera este 2008, o si lo prefieren, el pilar del hogar que me iré construyendo: es Sobre arte y literatura, el breviario de pensamientos y aforismos de Joseph Joubert que Periférica ha editado para que acompañe en su catálogo a Rivarol o Benjamin Constant (reivindicado con liberal pulcritud por Juan Marichal en El secreto de España). Joubert, amigo de Chateaubriand, conversador genial que dejó poca obra, fragmentaria, viandante. Aunque el francés sólo incluía sanos preceptos en sus páginas, nosotros somos tan malos que en ellos encontramos munición para propinar oportunos capones dialécticos." Y seguía...

Esa misma semana, Adolfo Torrecilla le dedicaba también a Joubert su "Letra pequeña" de La Gaceta de los Negocios, bajo el título "La exactitud del buen aforismo": "Leído y elogiado por una larga lista de escritores, entre los que se encuentran Josep Pla, Juan Perucho y Eugenio D’Ors, los aforismos de Joseph Joubert se encuentran entre los mejores de la literatura francesa. Curiosamente, no publicó nada en vida (1754-1824) y sólo después de su muerte, gracias especialmente a su amigo Chateaubriand, empezaron a publicarse, primero de manera no venal y después con una gran aceptación de lectores, que reconocieron el magisterio de Joubert, especialmente en lo que se refiere a sus opiniones sobre arte y literatura. Hasta 1938 no se publicó una edición íntegra de sus Pensamientos. En España, Juan Perucho publicó en Edhasa en 1995 una interesante selección. Ahora, la editorial extremeña Periférica, que con tanto acierto y pasión dirige Julián Rodríguez, también excelente novelista, publica Sobre arte y literatura, una antología de los aforismos de Joubert dedicados a la belleza y la perfección artística. En esta misma editorial también se han publicado los aforismos de otros dos grandes del género: Antonine de Rivarol, Pensamientos y rivalorianas; y Remy de Gourmont, Pasos en la arena. Sus comentarios, despegados de cualquier poso testimonial o anecdótico, suelen dar en el clavo: El estilo declamatorio tiene a menudo los inconvenientes de esas óperas en las cuales la música impide escuchar las palabras: en él las palabras impiden ver los pensamientos. A diferencia de otros moralistas franceses, que escribieron para los hombres de su tiempo, los pensamientos de Joubert mantienen su autonomía y frescura y son perfectamente válidos para la mentalidad actual: No hay peor cosa en el mundo que una obra mediocre que aparenta ser excelente. Sus observaciones sobre la lectura, los clásicos, la escritura no han caído en saco roto, y muchos escritores se nutren de sus consejos para ir por la senda correcta: En literatura, nada vuelve tan imprudente y tan atrevido al intelecto como la ignorancia de los tiempos pasados y el desprecio por los libros antiguos. En 1774, antes de trasladarse a vivir a París, empezó a llevar un singular diario íntimo donde iba anotando todo tipo de reflexiones. No dejó de escribir estas notas durante toda su vida. En total, más de nueve mil páginas, un legado cultural que le ha convertido en un escritor de referencia en la literatura francesa. Su capacidad de síntesis es encomiable y envidiable: Hay que ser profundos en términos claros y no en términos oscuros."

Y como tercer ejemplo "La idea como fuente del arte", una reseña firmada por Antonio J. Ubero el 1 de febrero en "El faro de las letras" de El Faro de Murcia: "Para aquellos que juzgan con ligereza el arte en sus más diversas manifestaciones, les vendría bien echar un vistazo a este lúcido prontuario de la creatividad, para comprender lo necesario que es conocer para opinar y, sobre todo, lo sublime que puede llegar a ser la libertad de unos para crear y de otros para criticar cuando existen los argumentos precisos para esenciar una u otra práctica. Leer esta colección de aforismos escritos por Joseph Joubert entre 1774 y 1824 permite adquirir a bajo precio elementos de juicio más que suficientes para entender el espíritu creativo y, si no sirven para inclinar la balanza de la crítica o la concepción hacia posiciones más o menos conplacientes con el productor, sí que iluminan el camino para realizar esa opinión con conocimiento de causa y no caer en la negligencia por exceso de audacia.
Joseph Joubert (1754-1824) plasmó en más de nueve mil páginas sus pensamientos acerca del arte y la literatura, y catorce años después Chateaubriand hizo una selección de esas reflexiones y las publicó bajo el título de Pensamientos, gracias a lo cual se pudo conocer a un hombre libre, preocupado por la estética que indaga en esos lugares de la obra de arte acabada donde mora el sentido de la misma, y lo ofrece al lector de forma sencilla con una intención claramente didáctica que sorprende por su atemporalidad. Chateaubriand dijo: A través de la belleza de estas páginas podrá verse lo que perdí yo y lo que perdió el mundo. Podremos no estar de acuerdo con Joubert, pero ¿cómo abarcar el poder de su genio? Nunca pensamiento alguno había provocado tantas dudas a la inteligencia, ni planteado cuestiones tan elevadas, ni inquietado tanto.
Léase sin pudor esta colección de pensamientos y compruébese que en toda alma hay una obra de arte, y en toda obra de arte radica el alma de su creador. Deléitense con las reflexiones de quien se despojó de prejuicios para abarcar la verdadera dimensión del arte y la literatura. Y después, quizás algunos entiendan las palabras de Joubert: Una obra de arte no debe tener el aspecto de una realidad, sino de una idea. Aunque, ¿quedan ideas?"

HELP A ÉL en LA RIOJA

"Sorprendente y vivificador" se titula la reseña que Luis Ángel Adán León le dedicaba el pasado 13 de febrero a Help a él en el diario La Rioja:
La ‘normalización’ de la vida en Argentina ha permitido, entre otras cosas, una explosión cultural que nos llega en forma de anuncios brillantemente divertidos y de comedias desternillantes que son el mejor signo de que una sociedad se mueve. No es necesario olvidar la barbarie pero sí seguir adelante. Fogwill es uno de los tres espadas insustituibles de la literatura argentina actual y es todo un personaje dentro del panorama argentino, una figura mediática.
Es imposible retraerse a reseñar su biografía: primero, sociólogo; después, profesor de sociología; da el salto y trabaja para una agencia de publicidad con la que obtiene multitud de premios. De repente publica un cuento que lo hace famoso y comienza su carrera literaria que se atrevió en medio de la dictadura a publicar su primera gran novela con el tema de la guerra de Las Malvinas como tema-excusa.
Desde entonces no ha parado de publicar poesía, relatos y novelas. Se ha convertido en una especie de icono de la modernidad desde el experimentalismo.
Estas dos narraciones, la que da título y Sobre el arte de la novela, que es el otro, son ejemplos de su explosión creativa. El primero recibe su título de jugar con él del relato más famoso de Borges, 'El Aleph', y convierte una relación amorosa dentro de la aristocracia porteña en un acto de redención. Un viaje de Orfeo a los infiernos para rescatar a su amada con sexo y drogas como salvoconducto.

El otro es un juego literario con el viaje, el automóvil y la relación materno- filial como estructura sobre la que tejer los hilos de una narración que sirva de ejemplo sobre el arte de narrar. Sorprendente siempre Fogwill y siempre vivificador.

FOGWILL entrevistado en EL PERIÓDICO DE EXTREMADURA

"Mi vejez es un exceso sin droga". Éste es el titular de la entrevista que firmaba hace unos días en El Periódico de Extremadura el periodista y narrador Liborio Barrera. Sigue así:
"Siempre fui indiferente a la realidad, porque cuando vale la pena entra sola en los textos", dice Fogwill.
Fogwill es apellido que se ha convertido en nombre (el nombre es Rodolfo Enrique Fogwill). Ese apellido procede de Devon (Reino Unido). Lo llevó su abuelo a Argentina. Él mismo ha aludido a que es un nombre como Sócrates o Hegel. Una marca o una emulación hinchada para compararse con los grandes. De Fogwill podría decirse también que es hombre de excesos (ya menos que en sus buenos tiempos), como su novela Help a él, que ahora rescata la editorial extremeña Periférica, que también lo rescata a él para los lectores españoles.
Help a él es la historia de una pasión excesiva entre un hombre y una mujer (y excesiva quiere decir pornográfica, escatológica, onírica, drogadicta...). La publicó en 1982, un año antes que Los pichiciegos (un coro de voces de reclutas durante la guerra de las Malvinas), un hito de la narrativa en español de fin de siglo, que convirtió a su autor en uno de los grandes.

Fogwill es un hombre de carácter. Ha sido sociólogo, editor, empresario, columnista, publicitario (autor de lemas como Suaves pero con sabor, el equilibro justo, para los cigarrillos Jockey). De todas estas labores anda de vuelta. De Help a él, dice que sus excesos son "consecuencia de una época de mi país, de una del mundo, de una de mi vida. Cada uno rotando en derredor de su eje imaginario, ni paralelo ni transversal a los de los otros dos. En todo caso, un eje de mierda, un egido". Su vida, "mi estado actual, la vejez", dice, sigue siendo un exceso, "un exceso sin droga (en verdad es casi un ex-sexo, buen chiste), pero es un exceso de saber inútil, un exceso de muerte circulando por dentro y de vida que la hace circular. Un exceso de misterio sobre uno, un exceso de autoamor contemplativo". Pero en la novela el sexo es aún sexo. "El relato erótico no es como el coito, sino como la eyaculación: bien administrada y bien emitida provoca reacciones no por su contenido sino por lo que provoca contener en su continente".
En el volumen Help a él se incluye otra narración, Sobre el arte de la novela (el viaje de un hijo a la casa de su madre), nada excesiva. Aquí y allá hay alguna mención a la guerra de las Malvinas, que queda como de lado, indiferente a los hechos. "Esa era mi indiferencia. Está escrito en ese momento", dice Fogwill, quien anota una paradoja. "Creo que intenté que la indiferencia del personaje tuviese tanta pasión como el deseo de los de Help".
El estilo de Fogwill da la impresión de que es como la persona Fogwill. Algo que él niega. "Como dicen aquí, en Brasil, yo hallo que no es necesario haber hecho nada de eso y que bastaba con un poco de imaginación y destreza para narrarlo".

HELP A ÉL en QUIMERA

Magda Gutiérrez Ruiz firma esta reseña en la sección "Ex Libris" del último Quimera: "Anagrama de 'El Aleph', el título Help a él conduce a una novela corta protagonizada por Vera Ortiz Beti, mujer que regresa de entre los muertos gracias al poder alucinatorio de las drogas que ingiere el narrador. El texto es de principios de los años 80 y permanecía inédito en España, pese a a que Fogwill, el autor más incómodo de la narrativa argentina de las últimas décadas, haya publicado varios títulos en Mondadori. El volumen incluye un artefacto metaliterario llamado Sobre el arte de la novela, donde se encuentran claves de una poética que ha dado en novelas como Los pichiciegos o cuentos como 'Muchacha punk' muestras diáfanas de maestría en el arte de contar la historia y su relación conflictiva con el individuo. Periférica sigue acercándonos a algunos de los escritores hispanoamericanos más vitales de este inicio de siglo".

02 febrero 2008

HELP A ÉL en CALLE 20

Mercedes Cebrián firma, con un título tan rotundo como sugerente: "Cuando las palabras tienen boca y manos", esta reseña de Help a él en la revista Calle 20 ("suplemento" del diario gratuito 20 minutos) de febrero:

Lo primero que se suele decir al hablar de Help a él es que su autor, el argentino Fogwill, pretende parodiar el archifamoso cuento "El Aleph" de Borges ya desde su título, en el que emplea, aunque en distinto orden, las mismas letras que usó Borges para titular el suyo. Pero lo bueno de Help a él es que, si no supiésemos este dato, daría exactamente igual: la narración no perdería ni un ápice de su valor, de su capacidad para llevarnos a velocidades vertiginosas a través del lenguaje.
No es nada nuevo que un libro hable de sexo y drogas. Help a él es uno de esos textos de dos rombos en los que no se escatiman detalles: si hay que chupar, se chupa; si hay que gritar, se grita. Pero lo que tiene de realmente insólito es la manera en la que su autor combina las 27 letras del español y obtiene de ellas todo su potencial sensorial para tratar experiencias que rozan lo incomunicable. Esta obra de Fogwill nos sirve ante todo para reparar en la enorme expresividad de las palabras en un mundo como el nuestro, superpoblado de imágenes, y para tirar por tierra la tan cacareada frase «Una imagen vale más que mil palabras».
El libro incluye un segundo relato, Sobre el arte de la novela, quizá algo eclipsado por el brillo del primero, pero no menos interesante. En él, Fogwill plantea la idea de que la vida es un proceso de oxidación: «Yo creo con fervor, y me atrevería a demostrarlo, que toda muerte es una precipitación acumulada de vejez», nos dice.
Ahí queda eso.

HELP A ÉL en EL TRIANGLE

El número 859 del semanario catalán El Triangle publicaba recientemente (28 de enero) esta reseña de Help a él firmada por Ignasi Franch y titulada "Les portes del deliri":

Rodolfo Enrique Fogwill és un dels grans escriptors de la literatura argentina més desafiadora, que ignora les convencions de la narrativa de consum. Dins la seva Biblioteca Portátil, de perfil obert però que destaca pel fet de difondre lletres hispanoamericanes recents, Editorial Periférica edita un díptic de textos d’aquest semimaleït.
Conte llarg? Novel·la curta? Help a él i Sobre el arte de la novela són dues narracions esquives, difícils d’encasellar, que combinen expressionisme i detallisme, distancia irònica i introspecció, treball lingüístic propi de la poesia i temes tan mundans com els cotxes i els diners. Help a él, farcida de sexe, és l’obra més contundent: el narrador, drogat, experimenta un terrabastall de sensacions i de records fins a acabar al·lucinant una llarga trobada sexual amb l’examant morta, a l’habitació on resten els vestigis d’una vida extingida. El viatge sensual i literari resulta, a més de provocador, magnetitzador.
També enigmàtica però sense reunions d’esperits ni homenatge a Borges, Sobre el arte de la novela inclou, de nou, una mirada a la mort. El protagonista rep dos telegrames: l’un li comunica el traspàs de la mare; l’altre, que està molt malalta. Aquesta nota irònica d’indeterminació ens introdueix en un doble viatge, aparentment fred però amb diferents subtextos. Amb aquest viatge finalitza un doble plat suggerent per als cercadors de literatura generada des de la vivència moderna.

HELP A ÉL en EL FARO DE MURCIA

Antonio J. Ubero reseñaba el pasado viernes en El faro de las letras, suplemento de El Faro de Murcia, Help a él, bajo el título "Vidas al límite en lo cotidiano":

Fogwill es uno de esos escritores inclasificables y libérrimos, que de vez en cuando surge de su íntima caverna para sorprender a la parroquia con aluviones de hiperrealismo literario, que, como este relato, alcanzan los lugares más recónditos del espíritu. Escrito en los albores de la década de los ochenta del siglo pasado, Help a él puede ser la historia de cualquiera, si no encarnada al menos deseada o imaginada. Es un relato de personajes figurados o elusivos que esconde un sentido homenaje al maestro Borges, y que tiene como amalgama a una mujer -cómo no- cuya memoria se ha convertido en el azote o la esencia del elenco de personajes que pululan por una existencia al límite. Sexo, drogas y amor, si es que esto último tiene algún sentido en el universo de la autodestrucción, se dan cita en los lugares más insospechados a pesar de que el aspecto que percibe a primera vista el lector sea el de familiaridad. Ojos que todo lo ven en un mundo cautivo de unos sentimientos espurios. Fascinante fábula de la realidad.

EL CUADERNO ROJO, SOBRE ARTE Y LITERATURA y LA NIEVE en TIEMPO

José María Goicoechea destaca en las páginas de libros de la revista semanal Tiempo nuestros tres últimos títulos "clásicos": El cuaderno rojo, de Benjamin Constant, Sobre arte y literatura, de Joseph Joubert, y La nieve, de Johanna Schopenhauer:

Uno de los puntales de la producción de la notable editorial extremeña Periférica es la recuperación de textos antiguos, en este caso, del siglo XVIII. De Benjamin Constant (1767-1830) han publicado unas breves pero intensas memorias, que recorren buena parte de Europa. De Joseph Joubert (1754-1824) presentan sus pensamientos, en forma de textos breves: "La crítica enturbia el gusto, envenena los sabores". Y de Johanna Schopenhauer (1766-1824), madre del filósofo, la oferta es una novela ambientada en uno de aquellos salones ilustrados, con memorias, amores, pasiones...

HILO DE COMETA en DIARIO DE FERROL

Luis Alonso Girgado firmaba el pasado 20 de enero esta reseña de Hilo de cometa en Diario de Ferrol:

Israel Centeno (Caracas, 1958) ha escrito las novelas Calletania (1992), Criaturas de la noche (2000), Bengala (2005), Iniciaciones (1996) e Hilo de cometa. Esta última, junto con Retrato de George Dyer, acaban de ser reeditadas en un volumen por la citada Periférica.
Hilo de cometa es el monólogo de fuga de un adolescente cuyo padre está en la cárcel. Por la conciencia del protagonista pasa de todo en violenta ruptura, en explosiva fragmentación, en un torrente de desordenadas secuencias e instantáneas perceptivas: desde la mirada interior hasta el registro externo. Entre los referentes del narrador, algunos trágicos mitos (Sal Mineo, James Dean) del cine norteamericano. La escenografía, venezolana: el mar y la costa con ecos de la gran urbe. La historia a contar es mínima y sólo se deja entrever; difusa y desbocada, se instala en una errática y ociosa vida juvenil, no exenta de angustia y desnorte existencial.
Por este Hilo de cometa pasa un viento recio, fuerte; un turbión que sacude todo. Aquí se funden naturaleza y artificio cultural, mundo hispanoamericano y anglosajón, narración y corriente de conciencia. Sexo, imágenes obsesivas, sensaciones recurrentes, momentos
evocativos recorren estas páginas en las que el escritor escoge la senda de una literatura difícil y por ello arriesgada, minoritaria, que precisa de un lector que sea un escrutador atento y activo frente al lenguaje, la prosa, que es en efecto la gran clave del texto, su argumento más sólido. Al sólido pedernal del léxico (en activa neologización) se unen los golpes del recortado, contundente fresco que apenas respira aguzado en rupturas o enroscado en aglutinante reiteración. De la calidad poética, del abrupto lirismo de este lenguaje narrativo, no hay duda, entre pasajes impresionistas, leit-motivs como el mar o la lluvia y un poco furioso ruido. Modernidad y experimentación guían Hilo de cometa, con su trasfondo de novela política y rasgos de relato de iniciación o aprendizaje. Nueva forma técnica compleja, notable búsqueda expresiva –odres nuevos– para temas que ya hemos visto. El tejido del texto hace buena su reelectura, siquiera parcial. El poder de impacto es aquí seguro.
En una línea similar, pero con escenarios más diversificados (europeos, cambiantes), se presenta Retrato de George Dyer, donde es más alta la dosis de aluvión de la materia narrativa, mayor el caos, más turbia y angustiada la conciencia del narrador y más abarcador el debate intelectual e ideológico. En todo caso, la lectura de los dos títulos de este libro parece imprescindible para conocer a una de las voces narrativas de la actual literatura venezolana y, por extensión justificada en criterios de calidad, de la narrativa hispanoamericana. Al lector experimentado sorprenderá positivamente este venezolano que es Israel Centeno. Léase por ese tipo de lector, al que siempre tenemos en cuenta.

UN CLAVO EN EL CORAZÓN en SUR

La escritora y crítica María Teresa Lezcano recupera ahora para los lectores del diario Sur, de Málaga, uno de nuestros títulos preferidos de 2007:

Un clavo en el corazón es la primera novela que publicó el portugués Paulo José Miranda en 1997 (dos años más tarde ganaría el premio José Saramago por Naturaleza muerta), novela rescatada por la editorial Periférica en su magnífica labor de recuperar clásicos imprescindibles de la literatura, al mismo tiempo que divulga la obra de jóvenes autores que aún no son clásicos pero que empiezan ya sin embargo a ser imprescindibles.
Un clavo en el corazón es un monólogo viajero, la larga carta que Tiago Da Silva Pereira le escribe a Cesário Verde. Ambos son personajes que vivieron a finales del siglo diecinueve, y Cesário Verde, muerto de tuberculosis apenas pasados los treinta años, fue uno de los poetas más conocidos de su época. Tanto el redactor de la carta como su destinatario son en realidad poetas, y es una prosa entre poética y despiadada la que el autor emplea para su epístola.
Tiago Da Silva Pereira se está muriendo cuando decide escribirle una carta de despedida, no sólo al amigo sino sobre todo al poeta al que tanto admira. Esta carta de despedida se inicia con la crítica elogiosa de Da Silva hacia el último poema de Verde, y en este soliloquio redactado se simultanean varios tonos literarios esenciales.
Mientras Da Silva le va recordando a su amigo la admiración que siente por su obra, ahonda, mediante un eficaz ejercicio de disgresión, tanto en las paradojas del acto creativo como en la contextualización de las ideologías.

Pasados amores
Mientras recuerda sus pasados amores con la hermana del propio Cesário («Creo que me enamoré de Marie porque pensé que no la conocía. El amor siempre empieza así, miramos al otro como a un ser diferente, desconocido»), reflexiona sobre la naturaleza del estilo («El estilo, al contrario que la genealogía, es una ruptura sobre la sucesión. Es el revés de cualquier moral, de cualquier patrón»).
Mientras filosofa acerca de la condición de no-abnegación del ser humano y la tristeza de la soledad, reivindica a Homero, Byron y Beckford. Mientras medita acerca del «gusto» («el gusto es la única moralidad posible, la única necesaria... Ni el marqués de Sade ni San Pablo. El gusto es la única religión posible»), proclama la necesidad de la soledad creativa («No puedo evitar pensar cuánto me desagrada la procreación como una disculpa ante la falta de talento. La pequeñez del alma encuentra en la multiplicación una prueba para defender las reglas de la sociedad contra las reglas del arte»).

Muerte asumida
Mientras reitera la naturaleza del amor como «una necesidad de morir para el mundo, con la excepción de aquélla a la que nos entregamos», asume la muerte como «la única materia prima del poema, una experiencia pasada que reconocemos en la memoria».
A través de un lenguaje metafísico y fatalista, Miranda nos ofrece una novela epistolar de una
belleza a un tiempo sombría y luminosa; una belleza que, al igual que el romanticismo histórico en el que se halla encuadrada, está ya herida de muerte. No ocurre lo mismo con el talento de su autor. «...Porque el verso es la sombra de la palabra, un clavo en el corazón de la memoria.»

(Publicado en el suplemento Vivir la cultura Letras, viernes 1 de febrero de 2008)