editorial periférica

26 enero 2008

EL CUADERNO ROJO en LA OPINIÓN DE MÁLAGA

"Memorias memorables del XVIII" se titula la reseña que Alfonso Vázquez firma hoy sábado en el suplemento de libros de La Opinión de Málaga:

La editorial Periférica ha tenido la acertada decisión de publicar El cuaderno rojo, unas divertidísimas memorias de Benjamin Constant (1767-1830) que, impregnadas de todo el aroma del Siglo de las Luces, también nos muestran a un atolondrado e impetuoso joven correteando por media Europa, mientras acecha la sombra sensata y cabreada de su amado padre.
El cuaderno rojo, que hace referencia al color de los manuscritos inconclusos del escritor suizo Benjamin Constant, autor de las novelas Adolphe y Cécile, son unas memorias de los años mozos del autor, las dos primeras décadas de vida, aunque la mitad de este breve libro, ameno y divertido, está dedicado al último año, 1787, cuando emprende un alocado viaje a Inglaterra, seco de ingresos pero rico en artimañas.

El mérito del libro, que no ha perdido amenidad ni frescura, es mantener ese encanto ‘de época’ y al mismo tiempo, reflejar las vivencias ‘universales’ de un adolescente. El joven Constant, siempre inconstante, padece una sucesión de tutores torpes y pronto decide buscarse la vida por símismo. Lo que encontrará será una sucesión de timbas, episodios enamoradizos, caballos famélicos y, faltaría más, duelos. El retrato vivo de este siglo XVIII de posadas y postas, del París de los salones y el tumultuoso Londres aparece retratado en El cuaderno rojo con elegancia pero sin afectación. Constant, que escribió las memorias ya cuarentón, regresó también a la adolescencia para regalarnos un estilo de escritura preciso y ‘quinceañero’.

SOBRE ARTE Y LITERATURA de nuevo en LEVANTE

"Talento, arte y oficio". Así titulaba Manuel Arranz la reseña que dedicaba ayer en el suplemento de Levante a Sobre arte y literatura, de Joseph Joubert:

Los aforismos, pensamientos, máximas, sentencias, o como quieran llamarlos, junto con los diarios y memorias, han sido siempre mis géneros favoritos. Dos géneros, por lo demás, muy parecidos, que han ejercido siempre una particular atracción sobre los impostores de la literatura de todos los tiempos, porque: ¿quién no tiene unas ideas geniales?, ¿quién no se considera el mejor testigo de su época?, ¿quién no se parece a Kafka?, ¿quién no trata de ridiculizar a sus contemporáneos mejor situados con su fina ironía?, o ¿quién no se declara independiente, rabiosamente independiente, e insobornable? Curiosa época ésta, pletórica de genios avant la lettre, si me permiten esta cursi expresión. ¿Todas han sido iguales? No. Rotundamente no. Ha habido épocas y épocas. Y si no que se lo preguntaran a los hombres que en 1789 deambulaban por las calles de París. Y ha habido épocas producto de los hombres, y hombres producto de las épocas.
El caso de Joubert es un caso singular. Fue un hombre producto de su época, al que no preocupó demasiado dejar una obra a la posteridad, síntoma indiscutible de grandeza, y que entre vivir y escribir siempre optó por lo primero. «Escribir encadena. Debes conservar tu libertad», escribiría Paul Valéry un siglo más tarde. Quizás Joubert no confiaba demasiado en la posteridad, o quizás sencillamente le gustaba estar vivo. «¡El olvido! ¡Qué dulce me resulta esta palabra!», escribió en un aforismo de 1791, y estuvo a punto de conseguirlo si no llega a ser por culpa de Chateaubriand, que publicó, en 1838, a modo de póstumo homenaje al amigo, una selección de sus pensamientos. Después, el silencio, que es la antesala del olvido. Hasta que cien años más tarde, en 1938, aparece finalmente la edición completa, en dos volúmenes, de sus pensamientos. Curioso destino el de una de las obras más originales de aquel original y fecundo siglo francés, una pequeña parte de la cual, precisamente una selección de sus pensamientos sobre arte y literatura, recoge esta modélica edición de Luis Eduardo Rivera y la editorial Periférica.
Arte y literatura, que junto con la religión, Dios, y la verdad, fueron las preocupaciones mayores de los ilustrados. Aunque más que preocupaciones tal vez fuera más exacto decir ocupaciones. Temas aptos tanto para entretener sus ilustradas veladas, como de sus sesudos y no menos ilustrados tratados filosóficos. Y es muy posible, como bien dice el traductor, que los pensamientos de Joubert sobre arte y literatura sean los que mejor han resistido el paso del tiempo, pero no porque el resto sean menos penetrantes o certeros, sino porque la religión, Dios, o la verdad, por limitarnos a los grandes temas, no concitan hoy demasiado interés. Lo que no quiere decir, naturalmente, que el arte y la literatura lo conciten, pero sí que son temas más populares, a pesar de que lo que dice Joubert de ellos se encuentre a años luz de la consideración en que se los tiene actualmente. Una razón de más, sin duda, para leer hoy este espléndido libro que, para decirlo con palabras del propio Joubert, «contiene un germen que se va desarrollando por sí mismo como una planta». Claro que, como cualquier planta, necesita para desarrollarse un terreno abonado, que en este caso es la contribución del lector. Pero es una contribución pequeña, pues Joubert es de una maravillosa claridad. Cualidad ésta que quizás tenga que ver algo con el apasionamiento sincero con que escribió, sin temor a contradecirse, día a día y para sí mismo, sus pensamientos. Y terminemos con uno de ellos: «Tres cosas son necesarias para hacer un buen libro: el talento, el arte y el oficio, es decir, la naturaleza, el trabajo y la costumbre». Y lo demostró con el ejemplo. La prueba: este pequeño libro, que a cada nueva lectura nos parece más grande.
Manuel Arranz

SOBRE ARTE Y LITERATURA en DIARIO DE MALLORCA, EL CUADERNO ROJO en EL PUNT y LA RAZÓN: un "dueto" de primer nivel

Dos libros que nos apasionan. Para la "cuesta de enero". Dos libros que suman lectores a nuestro proyecto editorial. Dos libros que muestran (demuestran) dos de las líneas principales de ese proyecto: autobiografía (autoficción) y pensamiento en formato breve (que, creemos, es más ficción que ensayo).

Bellver, suplemento del Diario de Mallorca, recomendaba el jueves pasado en la sección "Por las solapas", Sobre arte y literatura. Y un día antes, el novelista Antonio Orejudo lo citaba en su columna de Público: "He leído Sobre arte y literatura, una selección de pensamientos del escritor sin obra Joseph Joubert (1745-1824) publicada por la deliciosa editorial Periférica. Envidio la seguridad con que señala la verdad".

24 de enero, jueves. Jordi Llavina reseña El cuaderno rojo en El punt junto a Un dimarts, de Joan Rendé. He aquí algunos fragmentos: "L'editorial Periférica continua fent una feina excel.lent, i ara acaba de treure El cuaderno rojo, unes memòries jocoses de Benjamin Constant, el célebre autor de la novela.la Adolphe", "Escriu Benjamin Constant que els sentiments no moren mai, i en canvi, la raó sí que mor. Deu ser per això que aquestes memòries no publicades en vida, redactades a l'edat ja madura de 44 anys (va viure entre els anys 1767 i 1830), són un recorregut per l'expedient amatori del protagonista -un expedient envejable, tant pel que fa a la quantiat com a la qualitat de les seves conquistes- i per la seva existència tan bellugadissa, en bona mesura per mor d'un pare que el feia anar amunt i avall, no content del tot amb els diversos preceptors que li anava trobant", etcétera.
Y Manuel Calderón, en otra columna, la suya en La Razón ("El río", cada jueves en las páginas de libros y arte), decía esto el mismo día: "Un libro pequeño y bello: El cuaderno rojo (Periférica), de Benjamin Constant, las memorias más divertidas que jamás había leído, dijo Italio Calvino de uno de los grandes escritores franceses de la etapa revolucionaria. Escrito, quién lo iba a decir, cuando en Europa no había fronteras".

19 enero 2008

SOBRE ARTE Y LITERATURA en LA VOZ DE CÁDIZ

"Periférica recupera la obra de uno de los autores más desconocidos de los siglos XVIII y XIX, Joseph Joubert". Esto reza el antetítulo de la extensa reseña que Juan Carlos Sierra firmaba el lunes pasado en La Voz de Cádiz. Su título: "Pensar y escribir literatura".

Hablar de Joseph Joubert (Montignac-le-Comte, 1754 -Villeneuve-sur-Yonne, 1824) significa en esta España literaria mencionar a un desconocido. A una gran mayoría de los lectores este nombre no le dice nada, aunque quizá sí los de algunos de sus contemporáneos en el mundo de las letras francesas, e íntimos amigos, Louis de Fontanes o el vizconde de Chateaubriand.
A no ser que uno maneje con cierta soltura no solo la lengua sino también la literatura francesa o que allá por 1995 se molestara en leer la edición que Carlos Pujol hiciera para Edhasa de los pensamientos de Joseph Joubert, resulta bastante lógico no haber recibido noticias sobre la obra de este interesantísimo escritor.
Por ello, lo que no parece lógico es que desde aquel ya lejano año de 1995 nadie se haya preocupado por ampliar la cobertura joubertiana en España. Menos mal que en la editorial Periférica están atentos a los agujeros negros del panorama literario en español y de vez en cuando, gracias al trabajo de Luis Eduardo Rivera, recuperan y publican en España, como ya lo hicieron con Gourmont o Rivarol, a esos pensadores franceses casi secretos pero indispensables para entender el tiempo que les tocó vivir.
Esta puesta al día tiene además una peculiaridad en cuanto a lo formal, a la presentación: el aforismo. En un momento como el nuestro, cuando lo que se valora esencialmente es la rapidez, no parece que los sesudos troncazos filosóficos al uso contribuyan eficazmente a acercar a autores como los que aquí nos ocupan.
No obstante, en el caso de Joseph Joubert hay que señalar que probablemente ni siquiera estuviera pensando en sus lectores, ni presentes ni futuros, ya que lo que ahora conocemos como su obra -sus Pensamientos, publicados con prólogo de Chateaubriand, o los Cuadernos- procede fundamentalmente de las anotaciones que fue realizando en su diario desde 1779.
Como tantos autores reconocidos posteriormente, Joubert no publicó nada en vida. Gracias al celo de su viuda y de su amigo Chateaubriand tenemos noticias suyas. Sin embargo, lo que hace peculiar a Joubert es el hecho de que realmente no se puede hablar de una obra orgánica, de un tomo cerrado en el que se registren sistematizados sus pensamientos. Todo lo contrario.
En el caso de Joubert, su humildad y su modestia probablemente lo inclinaron al apunte esporádico, a la ocurrencia intelectual a partir de la tertulia literaria y filosófica, de la convivencia con las mejores plumas del país galo... Nunca a la construcción sistematizada de libros concretos.

Fueron luego otros, en primer lugar su viuda y Chateaubriand, los que se encargaron de darle cuerpo a los folios y folios de apuntes de su diario y de su correspondencia. De ese trabajo de espigado entre los materiales de Joseph Joubert surge un libro como el que nos ofrece Periférica los aforismos que componen Sobre arte y literatura. A los poetas se les suele pedir en algún momento de su producción literaria una poética, a los narradores se les supone una labor previa de investigación en la historia de la literatura para determinar cuáles son sus influencias....
Sin embargo, Joseph Joubert nunca publicó un poema, una novela, una obra de teatro... A pesar de ello, los innumerables folios de su diario revelan una preocupación extrema y un juicio muy atinado sobre la labor del escritor.

Ilustración y romanticismo
Lo que llama poderosamente la atención de estos apuntes sobre el hecho literario es su actualidad, a pesar de los más de doscientos años que han transcurrido desde su gestación. Así, por ejemplo, el primero de los aforismos concluye de la siguiente manera: «Regla general: siempre que el escritor piense sólo en su lector, se le perdonará; si sólo piensa en sí mismo, se le castigará».
Es decir, frente a la máxima romántica de que la escritura ha de convertirse en una suerte de médium a través del cual exorcizar los fantasmas del alma del autor o expresar su genio, Joubert advierte de la importancia del hipócrita lector, lección que aún hoy muchos no han entendido. La contraposición de criterios estéticos ilustrados y románticos es otro de los aspectos interesantes en las reflexiones literarias de Joubert. Hijo de su tiempo histórico y artístico, en el pensador galo se advierte la lucha entre dos horizontes estéticos contrapuestos pero complementarios -Neoclasicismo y Romanticismo-. Si en algunos de sus aforismos apuesta por el equilibrio de la razón ilustrada -«La naturaleza bien ordenada, contemplada por un hombre bien ordenado; he ahí lo poéticamente bello»-, en otros se observan los primeros síntomas de la emotividad romántica -»Había un cantante callejero que tenía mala voz, pero lograba cautivar a sus oyentes porque sabía expresarse, porque uno sentía en su canto la emoción y el placer que él mismo se causaba, y se los comunicaba a los demás».

Clásicos o modernos
En el resto de Sobre arte y literatura Joubert habla, entre otros asuntos, de la paradoja del lenguaje literario y de la palabra exacta -«Las palabras son como el vidrio; oscurecen todo aquello que no ayudan a ver mejor»-, de la relación de esta con el pensamiento -«Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos»-, de las cualidades del escritor -Hablar de Joseph Joubert (Montignac-le-Comte, 1754 -Villeneuve-sur-Yonne, 1824) significa en esta España literaria mencionar a un desconocido. A una gran mayoría de los lectores este nombre no le dice nada, aunque quizá sí los de algunos de sus contemporáneos en el mundo de las letras francesas, e íntimos amigos, Louis de Fontanes o el vizconde de Chateaubriand.
A no ser que uno maneje con cierta soltura no solo la lengua sino también la literatura francesa o que allá por 1995 se molestara en leer la edición que Carlos Pujol hiciera para Edhasa de los pensamientos de Joseph Joubert, resulta bastante lógico no haber recibido noticias sobre la obra de este interesantísimo escritor.
Por ello, lo que no parece lógico es que desde aquel ya lejano año de 1995 nadie se haya preocupado por ampliar la cobertura joubertiana en España. Menos mal que en la editorial Periférica están atentos a los agujeros negros del panorama literario en español y de vez en cuando, gracias al trabajo de Luis Eduardo Rivera, recuperan y publican en España, como ya lo hicieron con Gourmont o Rivarol, a esos pensadores franceses casi secretos pero indispensables para entender el tiempo que les tocó vivir.
Esta puesta al día tiene además una peculiaridad en cuanto a lo formal, a la presentación: el aforismo. En un momento como el nuestro, cuando lo que se valora esencialmente es la rapidez, no parece que los sesudos troncazos filosóficos al uso contribuyan eficazmente a acercar a autores como los que aquí nos ocupan.
No obstante, en el caso de Joseph Joubert hay que señalar que probablemente ni siquiera estuviera pensando en sus lectores, ni presentes ni futuros, ya que lo que ahora conocemos como su obra -sus Pensamientos, publicados con prólogo de Chateaubriand, o los Cuadernos- procede fundamentalmente de las anotaciones que fue realizando en su diario desde 1779.
Como tantos autores reconocidos posteriormente, Joubert no publicó nada en vida. Gracias al celo de su viuda y de su amigo Chateaubriand tenemos noticias suyas. Sin embargo, lo que hace peculiar a Joubert es el hecho de que realmente no se puede hablar de una obra orgánica, de un tomo cerrado en el que se registren sistematizados sus pensamientos. Todo lo contrario.
En el caso de Joubert, su humildad y su modestia probablemente lo inclinaron al apunte esporádico, a la ocurrencia intelectual a partir de la tertulia literaria y filosófica, de la convivencia con las mejores plumas del país galo... Nunca a la construcción sistematizada de libros concretos.Fueron luego otros, en primer lugar su viuda y Chateaubriand, los que se encargaron de darle cuerpo a los folios y folios de apuntes de su diario y de su correspondencia. De ese trabajo de espigado entre los materiales de Joseph Joubert surge un libro como el que nos ofrece Periférica los aforismos que componen Sobre arte y literatura. A los poetas se les suele pedir en algún momento de su producción literaria una poética, a los narradores se les supone una labor previa de investigación en la historia de la literatura para determinar cuáles son sus influencias....Sin embargo, Joseph Joubert nunca publicó un poema, una novela, una obra de teatro, A pesar de ello, los innumerables folios de su diario revelan una preocupación extrema y un juicio muy atinado sobre la labor del escritor.Ilustración y romanticismoLo que llama poderosamente la atención de estos apuntes sobre el hecho literario es su actualidad, a pesar de los más de doscientos años que han transcurrido desde su gestación. Así, por ejemplo, el primero de los aforismos concluye de la siguiente manera: «Regla general: siempre que el escritor piense sólo en su lector, se le perdonará; si sólo piensa en sí mismo, se le castigará».Es decir, frente a la máxima romántica de que la escritura ha de convertirse en una suerte de médium a través del cual exorcizar los fantasmas del alma del autor o expresar su genio, Joubert advierte de la importancia del hipócrita lector, lección que aún hoy muchos no han entendido. La contraposición de criterios estéticos ilustrados y románticos es otro de los aspectos interesantes en las reflexiones literarias de Joubert. Hijo de su tiempo histórico y artístico, en el pensador galo se advierte la lucha entre dos horizontes estéticos contrapuestos pero complementarios -Neoclasicismo y Romanticismo-. Si en algunos de sus aforismos apuesta por el equilibrio de la razón ilustrada -«La naturaleza bien ordenada, contemplada por un hombre bien ordenado; he ahí lo poéticamente bello»-, en otros se observan los primeros síntomas de la emotividad romántica -»Había un cantante callejero que tenía mala voz, pero lograba cautivar a sus oyentes porque sabía expresarse, porque uno sentía en su canto la emoción y el placer que él mismo se causaba, y se los comunicaba a los demás»-.Clásicos o modernosEn el resto de Sobre arte y literatura Joubert habla, entre otros asuntos, de la paradoja del lenguaje literario y de la palabra exacta -«Las palabras son como el vidrio; oscurecen todo aquello que no ayudan a ver mejor»-, de la relación de esta con el pensamiento -«Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos»-, de las cualidades del escritor -»El verdadero poeta ( ). Su espíritu está colmado de imágenes muy claras, mientras que el nuestro sólo está lleno de señales confusas»- o de la crítica -«Los críticos no sabrían distinguir y apreciar ni los diamantes brutos ni el oro en barras; en literatura no conocen sino lo que circula, las monedas; ellos son comerciantes, su crítica tiene balanzas, pesas, pero no tiene ni crisol ni piedra de toque»-.

Finalmente, con Joubert nos atrevemos a advertir sobre lo pernicioso del mercado y las modas -«Burdos intelectos, provistos de órganos robustos, han entrado de golpe en la literatura, ¿y son ellos los que pesan las flores!»-, o sobre la peligrosidad de las mesas de novedades y sus best-sellers -«El gran inconveniente de nuestros libros nuevos es el de impedirnos leer los libros antiguos», porque «Las obras de los antiguos, incluso las mediocres, son todas marcas de buen sello»-. Palabra de Joseph Joubert.

Juan Carlos Sierra

SOBRE ARTE Y LITERATURA en LA VERDAD

La Verdad de Murcia publica hoy en su suplemento cultural, Ababol, esta pequeña reseña de José Belmonte titulada "El poder del genio": "Para quienes aún no tengan el placer de conocer la obra de este escritor francés a caballo entre los siglos XVIII y XIX, va a significar una auténtica sorpresa. Joseph Joubert ya obtuvo el visto bueno de uno de sus más renombrados contemporáneos, Chateaubriand, quien,ya por entonces, hablaba del poder de su genio. Con el paso de los años, otros autores como Blanchot y Paul Auster le han expresado su más profunda admiración. Sobre arte y literatura es un breve compendio de sus más geniales y sutiles pensamientos: 'Es imposible volvernos instruidos si sólo leemos lo que nos gusta'."

SOBRE ARTE Y LITERATURA en LEVANTE

El suplemento Postada del diario Levante destacaba en su "anaquel" del 11 de enero Sobre arte y literatura con estas palabras: "Una amplia selección de los pensamientos que sobre arte y literatura escribió uno de los más conocidos escritors del tránsito del siglo XVIII al XIX: Joseph Joubert (1754-1824). En 1838, su amigo Chateaubriand se encargó de realizar la primera selección de los cuadernos de Joubert."

SOBRE ARTE Y LITERATURA en DIARIO VASCO

"Pensar la vida" se titulaba la reseña que Felipe Juaristi le dedicaba en el Diario Vasco a Sobre arte y literatura la semana pasada:
"Gracián, que fue hombre ingenioso en una orden, la de los jesuitas, más dada a la pragmática, clasificaba a los héroes según fuesen santos, sanos o sabios. Es difícil hoy en día que alguien, me refiero a un ser humano, reúna esas tres virtudes, porque quien es santo no es necesariamente sano, y quien es sabio no siempre es santo y el sano tampoco necesita ser sabio o santo. Quizá en los tiempos de Joseph Joubert (1754-1824) fuese posible esa asunción virtual.
Dedicó toda su vida a escribir y anotar en un diario a mano todo lo que su mente era capaz de urdir. No publicó un solo libro en vida, pero, a su muerte, fue Chateabriand quien hizo una selección que con el título de Pensamientos enseguida adquirió fama y notoriedad. Maurice Blanchot ha sido uno de los críticos que ha contribuido a la difusión de la obra de Joubert. 'Autor sin libro, escritor sin escrito', dijo de él. La prosa francesa, a partir de Montaigne, busca sobre todo la sutileza y la claridad. Posteriormente, los moralistas franceses, La Rochefoucauld o Pascal, añadieron elegancia a dicha prosa. Ya se sabe que la historia de la prosa es la historia de las diferentes prosas que han convivido entre sí o han sustituido las unas a otras en el espacio de una misma lengua. Joubert es heredero de los escritores anteriores, lógicamente, pero a su vez marca distancia respecto a ellos. No busca la moraleja en sus escritos, sino la belleza. No intenta convencer a nadie. Si fuese esa su intención hubiese publicado en vida. Es un escritor muy cercano a nuestra sensibilidad. Sus preocupaciones son estéticas. Su prosa adquiere por ello una flexibilidad y unas imensiones sorprendentes. Es clara y profunda a la vez. «Las palabras son como el vidrio, oscurecen todo aquello que no ayudan a ver mejor».
Este libro es una recopilación de los pensamientos de Joubert referidos al arte y a la literatura. Aunque no sólo de ingenio viva el ser humano, el ingenio ayuda cuando va acompañado de la reflexión. 'Sólo buscando palabras se encuentran los pensamientos'. Hay una armonía clásica en estos textos, que nos recuerdan que el gusto por la belleza formal no está reñido con el acto de pensar o repensar la vida."

SOBRE ARTE Y LITERATURA en LA VANGUARDIA

El 6 de enero, Llàtzer Moix publicaba en su columna dominical de La Vanguardia esta aproximación a Joubert, titulada "Con cuentagotas":
Joseph Joubert (1754-1824) es un escritor que se administra al lector español con cuentagotas. Hubo que esperar hasta 1995 para que Edhasa publicara su primera traducción al castellano, una breve pero suculenta edición de los Pensamientos, preparada por Carlos Pujol. Y ha habido que esperar 12 años más para ver editado otro trabajo suyo, esta vez de la mano de editorial Periférica, con el título Sobre arte y literatura.
Periférica, que ya nos ofreció en el 2006 a Antoine de Rivarol, coetáneo de Joubert, ha reunido ahora parte de las ideas sobre estética de este autor. El libro no va más allá de las cien páginas, de las que sólo la mitad son obra de Joubert. Si Rivarol brillaba, en la difusa constelación de los moralistas franceses, por su buen corazón y su ingenio viperino, Joubert se distingue por su espiritualidad, su atinado criterio y su estilo alado. Madame de Chastenay decía de él que era un alma que se había visto encerrada en un cuerpo, y que intentaba salir del paso lo mejor que podía. El propio Joubert añadía: “Como Dédalo, construyo mis alas, poco a poco, añadiéndoles una pluma cada día”. Sustitúyase pluma por pensamiento y se obtendrá un primer autorretrato de este escritor.
Toda una vida se pasó Joubert anotando sus pensamientos; una vida marcada por la Revolución Francesa, guiada por la constante reflexión –en su transcurso produjo nueve mil páginas, base de Pensamientos– y abrochada con la mayor discreción: murió inédito y no fue sino gracias a su amigo Chateaubriand que una selección de su trabajo fue dada a imprenta cuando Joubert llevaba ya 14 años criando malvas.
En sus Pensamientos, Joubert aborda lo humano con un fundamento y una ligereza casi divinos; con una bonhomía hoy escasa. “Si queréis hablar a alguien, empezad por abrir los oídos”, nos aconseja Joubert, exhibiendo una permeabilidad que no debe confundirse con la inconsistencia: “Hay que saber entrar en las ideas de los otros –agregaba Joubert– y hay que saber salir de ellas. Hay que saber salir de las propias y hay que saber entrar de nuevo en ellas”. Defensor de la libertad (“la libertad de hacer el bien; no se necesitan otras”), de sus amigos (“cuando mis amigos son tuertos, los miro de perfil”) y de la tolerancia (“hay que tratar de comprender, antes que juzgar”), Joubert vivió intentando convertir el deber en placer, sublimando sus esfuerzos en el ámbito del espíritu y la imaginación (pero no para perderse en elucubraciones etéreas, sino en pos de una mayor civilización –“hay que morir siendo amable, si es posible”–), y consciente de sus talentos (“un pensamiento es algo tan real como una bala de cañón”).
Así se comportó también en el terreno estético, que es el que da pie a Sobre arte y literatura, al que no objetaríamos nada salvo su extrema brevedad. Joubert, decíamos al principio, es un autor que se administra al lector español con cuentagotas. Y uno se pregunta por qué tenemos que conformarnos con aperitivos cuando podrían traducirse, pongamos por caso, las nutritivas 400 páginas de las Pensées antologadas por Rémy Tessonneau en la editorial José Corti.

HELP A ÉL en EL CORREO

El Correo de Bilbao publica hoy esta nota sobre Help a él, titulada "Al fondo las Malvinas": "Considerado, junto con César Aira y Ricardo Piglia, la punta de lanza de la actual narrativa argentina, Fogwill es un autor que ha fabulado como nadie sobre la guerra de las Malvinas, que le sirve como recurrente tema de fondo en esta ocasión y el caso de Help a él, una novela breve y tan original como extraña que escribió en 1982 tomando como referente "El Aleph" de Borges y devolviendo a la vida a Beatriz Viterbo, la heroína de aquel inolvidable cuento."

13 enero 2008

HELP A ÉL en EL PAÍS

Ayer sábado, Babelia publicaba esta reseña de Help a él, firmada por Javier Goñi:

Sorprende que hayan tardado tanto en llegar a España los que posiblemente sean los tres escritores argentinos más interesantes en este momento: Piglia, Aira y Fogwill. Ninguno de los tres, por cierto, al llegar a nosotros tenían la edad de —pongamos — Messi. De los tres, quizás el menos conocido aún sea Fogwill (para el siglo, Rodolfo Enrique Fogwill, Buenos Aires, 1941: busquen lo que quieran saber en la ‘Presentación del autor’, que antecede al que es su primer libro aparecido en España, Cantos de marineros en La Pampa —Mondadori, 1998—: una selección de relatos y una estupenda novela, con la guerra de las Malvinas de fondo, Los pichiciegos; luego Mondadori publicó otros tres libros más). Ahora la excelente editorial extremeña, que nos está dando, tomo a tomo, otras voces, escritores de la gran mancha en español no muy difundidos a este lado del océano, reúne dos novelitas cortas de Fogwill.
La novela corta que da título al conjunto, Help a él, homenajea vagamente el célebre relato de Borges —qué cabe esperar entre argentinos— "El Aleph", con esa hermosa Beatriz Elena Viterbo, perdida entre las brumas del olvido (¿recuerdan el lamento de Borges?: “Beatriz querida, Beatriz perdida para siempre, soy yo, soy Borges”). En el relato de Fogwill será la muerta inolvidada Vera, quien partiendo de mimbres de historia gótica —alucinógenos, estupefacientes— volverá a la vida para tener —o no— con el protagonista una intensa, hermosa y muy explícita noche de locura erótica, a la que evidentemente Borges no se hubiera atrevido nunca a llegar (hay palabras del acto genital tan contundentes y hasta vulgares que tal vez enrojeciesen las mejillas a más de alguna lectora latinoamericana, pues tengo entendido que sienten allí un cierto pudor con algunas palabras). La novela corta es excelente, lo explícito de la narración tiene que ver con la ensoñación alucinógena del protagonista, aunque, a modo de borrón, digamos que chirría un poco una expresión como “tetas chatas”, en fin.
Completa el volumen otra muy notable narración, Sobre el arte de la novela, en la que el protagonista inicia una huida hacia ninguna parte, conduciendo un Porsche, bebiendo sin parar y pagando con esos billetes de millones de pesos que son “papel mojado”. Y como telón de fondo (suele ocurrir en Fogwill) Argentina y sus problemas de diván, siempre presentes, levemente esbozados, sugeridos.

05 enero 2008

HELP A ÉL en QUÉ LEER

El número de enero de ¿Qué leer? publica esta reseña de Help a él firmada por J. Ernesto Ayala-Dip, elaborada a partir de la creación de un "contexto" argentino, lo que es de agradecer:

Que la narrativa argentina comprende otros escritores de sólidas trayectorias, además de clásicos como Borges, Sábato y Bioy Casares, lo saben los lectores más avisados desde hace años. Cuando, a finales de los 80, un total desconocido en España, como era Juan José Saer, se llevó el Nadal, comenzó a sentirse la necesidad de poner al día el canon argentino. Luego llegaron César Aira y Ricardo Piglia. Se hicieron un lugar Guillermo Martínez, Pablo de Santis y Marcelo Birmajer. Podríamos a otros dos ilustres desconocidos: Rafael Pinedo y Jorge Barón Biza. Pero quedaba Fogwill. Entre el 2001 y el 2002, en España se publicaron dos novelas suyas: La experiencia sensible y En otro orden de cosas. Ahora tenemos, en la exquisita editorial extremeña Periférica, dos novelas cortas: Help a él y Sobre el arte de la novela. En ambas, como ya ocurría en su primera novela, el telón de fondo histórico es la Guerra de las Malvinas. No apela Fogwill al lenguaje metafórico de los poetas surrealistas, y sin embargo lo que nos cuenta tiene que ver con el salto onírico, con esa ambigua dimensión del duermevela, de la vigilia y de los ensueños. Lo que asombra es su destreza con la lengua literaria. Narra con la precisión de aquellos naturalistas tirando a decadentistas de fines del siglo XIX. El lector terminará esta novelita y no sabrá donde está exactamente su narrador, en qué lado del espejo o del espejismo. Sobre el arte de la novela es una narración casi de intriga. Un relato ominoso entre cuyas líneas más imprevisibles se halla Henry James enseñándonos composición narrativa.

Y, como destacado o despiece, el "argumento":

En la primera nouvelle, que da título al libro, una voz en primera persona nos narra con gratificante ambigüedad un amour fou. ¿Es real la presencia de Vera Ortiz? ¿Lo que se nos está contando es un delirio o una experiencia imposible de entender desde nuestra monótona y cartesiana existencia? La segunda, que lleva por título Sobre el arte de la novela, conduce al lector a la sala de máquinas de la ficción con argumento incluido.

HELP A ÉL en ESQUIRE

Daniel Entrialgo firma "Árbol de papel" en el último Esquire. "No serán los libros más vendidos de las navidades... pero nos gustan", dice el subtítulo. Cinco libros, entre ellos Help a él:
"Dos autores argentinos en la misma página (¿habrá que mirárselo?). Novela corta, extraña, sugerente... y una edición preciosa. ¡Qué libros tan bonitos hace esta editorial!